—Espero no volver a verte así—le espeta Britney antes de que salga por la puerta—suaviza su gesto en mi dirección—. Lo siento, sé que es tu amiga, pero estoy a cargo de esto.
—¿Entonces qué edad tienes?—pregunto dispersando mi molestia. Tiene razón, también debo seguir trabajando.
—Veinte—responde orgullosa.
—Eres algo joven para manejar un negocio.
—Oh, no. No me subestimes—ríe, toma el puesto de Meg en la banca—. Lo hago desde hace un año. Y me atrevo a decir que jamás ha ido mejor.
—Y por eso no tenían personal.
—Los despedí. Eran la razón del porqué esto no funcionaba.
—Me sorprendes. ¿Cómo tienes tiempo para estudiar y manejar un negocio?—le pregunto levantando las manos.
—Soy bailarina, no es como que si todo el tiempo deba estar entre libros. No es problema hacer cosas en las que soy buena—sonríe elevando ligeramente la barbilla con orgullo.
El sonido de las vajillas entre si acompañan lo que resulta para mi una incómoda conversación. Tantea los dedos en el banco de madera, como buscando algunas palabras para continuar.
—Bueno—digo levantándome—. Creo que es tiempo de continuar. No quiero molestar a la jefa—sonríe.
—Esa amiga tuya...—empieza cuando doy un par de pasos.
—Meg—la corrijo esperando no sonar tan abrupto.
—Sí, Meg—asiente— ¿es así todo el tiempo?
—El noventa por ciento de las veces—río.
—Eso está bien, tiene carácter.
—A veces demasiado para su propio bien—sonrío para seguir con mi camino.
.
.Colin el chico nuevo, se disculpa avergonzado continuamente mientras los pedazos del plato roto se deslizan a la pala con la ayuda del cepillo. Pude sentir algunas miradas acusadoras pero nos ignoraron después de un rato cuando empecé a restarle importancia. Es un chico algo torpe y nervioso, pero agradable.
—Lo siento, lo siento mucho, Jay—repite. La cerámica desaparece dentro de la bolsa de basura.
—Colin, es sólo un plato—sonrío en un intento por tranquilizarlo. Se relaja sólo por unos instantes antes de contorsionar el rostro con nueva preocupación.
—Britney va a matarme...—dice con el rostro repentinamente pálido.
—Ella no tiene porqué enterarse —le guiño un ojo y camino de regreso al lavavajillas con un paño seco.
Colin camina de un lado a otro mordiendo sus uñas, el uniforme le queda algo grande, arrastra el ruedo de sus pantalones con sus zapatos.
Tranquilo, amigo—soporto mi peso en el lavaplatos—. No lo sabrá por mi.
—Es que, no. Es decir, sí—tartamudea, rastrilla sus uñas mordidas por su cabello rizado—. Es que ella sabe cada cosa que hay aquí, es una especia de maníaca del control.
—¿Cómo sabes tanto de ella?—pongo de regreso un plato en la pila limpia. No me alegro demasiado porque casi de inmediato, un cocinero suelta algunas ollas todavía con rastros de chocolate.
—Vive conmigo—subo una de mis cejas, se ruboriza debajo de sus pecas. Colin no aparenta ser mayor de quince años—. ¡No es lo que piensas! Es... Mi hermana.
—Hubieses comenzado por ahí—bromeo—. ¿Por qué estás aquí? ¿No deberías jugar videojuegos o coleccionar maquetas de legos? Qué sé yo.
—Mi padre quiere... Que me involucre en los negocios familiares o algo así—deja caer su cabeza.

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Malas Costumbres©
Novela JuvenilConforme creces, todo cambia. Todo es distinto y nada lo ves de la misma forma. No todos corremos con la suerte de tener lo que queremos, pero lo que tenemos no lo vemos. Sin embargo, siempre hay algo que sella lo que somos. Sin nuestro pasado no se...