—El número al que ha marcado, no puede ser localizado en este momento. Por favor...—corto la llamada masajeando mi sien resignado.
—¿Vendrá?—pregunta Gemma, mirándome con sus ojos grises.
Siento la música retumbando dentro de mi cabeza, hay suficientes personas como para acompañar el bullicio.
—No lo sé. No atiende las llamadas.
—Seguro está bien—asegura Harold llevando un vaso con licor a su boca.
—Debí traerla conmigo—Harold me ofrece algo de beber con su rizos sobre la frente, pero lo rechazo.
—¿No te gusta?—pregunta Gemma soportando su peso en los codos de espalda en la barra.
—No es como que soy muy amante de estar inconsciente.
Me subo un hombro, el alcohol sólo trae problemas. Suprimí esa regla un vez, el día de mi cumpleaños, y ahora estoy en un tira y afloja que me tiene con dolor de cabeza.
Intento llamar nuevamente a Meg, pero no suena ni siquiera un tono. Vine hasta acá sin decirle nada, ¿y si fue a casa?, Meg puede hacer las cosas por sí misma, pero esta es una ciudad prácticamente nueva para nosotros y quizás puedo perderse o algo peor...
Respiro con preocupación pasándome una mano por el cabello, intentaré más tarde. Sino, iré a casa. No puedo disfrutar de una fiesta sabiendo que quizás este en peligro.
—Te preocupas mucho por ella—Britney acaricia mi brazo, tranquilizándome—. Ella es grande, puede cuidarse sola.
—No digo que no sepa—me quedo sin palabras—. Sólo quiero saber en dónde está. Y si está bien.
—Sí, relájate, Jay—dice Gemma, bebiendo lo que debe ser vodka—. Si no contesta de aquí a mañana, preocúpate en serio.
Creo escuchar algo de decepción en su voz. A Gemma le hacia mucha ilusión conocerla. Gemma tiene el cabello tan claro que aparenta ser blanco, pequeña y delgada, con un sonrisa tímida.
Según su historia, vino aquí por la misma razón que Meg, para empezar de nuevo. Vivía únicamente con su abuela y fue ella quien le propuso estudiar en Bridge, aunque ella no quería dejarla, está algo anciana y enferma, así que me contó que va por lo menos dos veces al mes para poder verla y cuidarla.
Cuando su abuela muera, estará sola definitivamente.
La veo arrastrar a Harold por un brazo para llevarlo por la pista de baile, aunque Harold se tambalea algo inmerso en las redes del alcohol antes de desaparecer entre los cuerpos y la música.
Britney toma asiento junto a mi cruzando los tobillos con sus tacones negros, viste con jeans y suéter claro, su cabello está recogido en una cola alta pero no es tan apretado como su peinado de bailarina. Es extraño encontrarla así cuando siempre está vestida tan formal. Baja mi teléfono obligándome a levantar la vista, sonríe.
—Ella está bien.
—Debí decirle que viniera con nosotros.
—Igual no iba a venir—responde.
Uno mis cejas antes de guardar mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón.
—¿Por qué no?—pregunto un poco más severo de lo que quería.
—Escuché que estaban peleados.
Gemma regresa fugazmente dejando con diversión dos vasos de alcohol sobre la barra para nosotros. Tomo uno y lo llevo hasta mis labios, tomando un trago largo retractándome de lo que dije hasta un momento. Timotie's es más pequeño de lo conveniente a veces. De pensar en la localización de Meg, un escalofrío me recorre por la espalda. Ya debió salir de su turno hace mucho.
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Malas Costumbres©
Novela JuvenilConforme creces, todo cambia. Todo es distinto y nada lo ves de la misma forma. No todos corremos con la suerte de tener lo que queremos, pero lo que tenemos no lo vemos. Sin embargo, siempre hay algo que sella lo que somos. Sin nuestro pasado no se...