Los ojos verdes de Hailee se abren con sorpresa a través de la pantalla del celular de Jay. Retuerzo los dedos de mi mano libre y muerdo la carne del interior de mi labio. Parpadea un par de veces antes de responder.
—¿Qué Jay y tú... Qué?—dice con una risa de por medio.
—¡¿De todo lo que dije, es lo que escuchaste?!—río.
—¡Estoy sorprendida! No puedes culparme—exhala—. Es mucho que digerir. ¿Entonces te conseguiste a la tía mágica y misteriosa? ¿Se están cuidando, cierto?
—Sí y sí...—no era mi intención hablar tanto pero salió como vómito expulsado por la culpa.
—¿Y Jay y tú ahora son... Novios?
—¿Qué? ¡No! ¡Claro que no!—dejo caer mi frente sobre la palma de mi mano—. No sé, Hailee. Es complicado. No hemos hablado del tema, lo dejamos pasar una y otra vez.
—Desde siempre supe que había algo entre ustedes. ¿Dónde está, por cierto?
—Nunca había pasado algo antes de la fiesta. Fue a hacer unas compras.
—¿Tampones?
—Sí—digo un segundo tarde.
—Te quiere de verdad—asiente, su cabello rizado se desliza sobre sus hombros—. No puedes dejarlo como está. Sucederá algo y no podrás pedirle una explicación.
—Jay no es así...
—Meg. La gente puede cambiar. Jay es un chico lindo por donde lo mires. ¿Me puedes decir completamente segura de que no hay ninguna chica sospechosa desde que llegaron?—alza una ceja.
La imagen de Britney es un destello en mis pensamientos. No tengo razones para odiarla y es lo que odio. Podrá ser asfixiante en el trabajo pero siempre es atenta y amable, así que no puedo responder.
—Nunca viste como te miraba Jay. Siempre lo supe, es muy evidente... ¿Estás segura de que nunca sentiste un indicio de que algo no iba bien en ti con respecto a él?—tampoco contesto, sólo recojo un hombro hasta mi barbilla—. Jay y tú tienen algo especial. Algo que muchos incluso desean, confían demasiado y tal vez un poco dolorosamente entre ustedes, han pasado cosas juntos. No puede ser una casualidad o una confusión.
—Tengo que hablar con él. Sólo que... Han habido demasiadas cosas.
—¿Amigos nuevos?—pregunta.
—Algunos, pero no es de mis mayores preocupaciones.
—¿Algún otro chico...por si acaso?—sonríe pícara.
—¡Hailee!—ríe—. Hay algunos. Pero no. Jay, bueno.
—¿Ya le dijiste que te gusta?
—No. Creo que lo sabe. Debe saberlo.
—No pierdas el tiempo en no decírselo, ¿bien?
—¡Meg!—escucho la puerta abrirse y cerrarse de golpe. Siempre le repito que no cierre tan fuerte pero sigue sin hacerme caso.
—¡Dile que lo amo! ¡Y te amo a ti, amiga! Todo estará bien—me lanza un beso y se despide prometiendo que llamará más seguido.
—¡Estoy aquí!—le grito desde mi habitación.
—¿Cómo te sientes?—entra a mi habitación con una bolsa transparente en mano.
—Estoy bien—sonrío.
—Te traje helado y tu pedido de gran urgencia.
—Eres un ángel—se sienta junto a mi y me tiende una cuchara para después darme un botecito de helado de mantecado.

ESTÁS LEYENDO
Malas Costumbres©
Ficção AdolescenteConforme creces, todo cambia. Todo es distinto y nada lo ves de la misma forma. No todos corremos con la suerte de tener lo que queremos, pero lo que tenemos no lo vemos. Sin embargo, siempre hay algo que sella lo que somos. Sin nuestro pasado no se...