He estado evitando a Heron desde la fiesta. Yo accedí a tomarme esa pastilla, pero sus amigos son del asco, no hay que tener un gran cerebro para notarlo. Todo empezó bien, las charlas eran entretenidas y graciosas hasta que el alcohol se hizo cargo y Tonya y Sandra no paraban de burlarse de mi. Tuve que responder de forma no tan grosera para que pudieran dejarme en paz.
Una parte de mi tomó esa pastilla para no escucharlos. Fui estúpida, podía irme de ese lugar. Pero era más fuerte la parte de mi que no quería hablar con Jay. Pero le agradezco a Chris haberlo llamado, a pesar de ser el que más ruido hacía, se mantuvo sobrio y cuerdo.
No ha sido fácil, pero prefiero concentrarme en mis clases que volver a hablar con Heron y sus amigos, es una persona distinta cuando está con ellos, al parecer.
Mis dedos se mueven por las teclas del piano suavemente cuando me aseguro de que estoy totalmente sola, bloqueo cualquier pensamiento que me impida dejarme llevar por el sonido de la música. Cierro los ojos disfrutando la sensación cálida de éxtasis que me provoca el contacto del instrumento con mi piel, cada vez me siento más sumida en él hasta que escucho una nota que yo no toqué.
Abro los ojos con rapidez y miro al responsable. Heron está apoyado sobre el piano con una mirada curiosa. Hago la mejor mueca de fastidio que puedo tomando mi bolso del suelo y caminando a paso rápido con él siguiéndome llamando mi nombre. Me detiene cuando se adelanta y se interpone en mi camino.
—No puedes evitarme para siempre, dulzura—sonríe.
—En tu vida—me acerco a su rostro—vuelvas a decirme a así.
Paso a un lado empujando su hombro, pero camina a mi lado sin rendirse.
—¿Qué quieres, Heron?—le preguntó deteniendo mi caminar.
—Tú tomaste esa pastilla, no puedes culparme por eso.
—No estoy molesta por eso. Fuiste un completo idiota burlándote de mi como si fuera una payaso con tus amigos que, por cierto, son unos imbéciles.
—Meg, ellos son así. Tal vez se sobrepasaron porque no saben medirse pero créeme, dales otra oportunidad. Yo estaba borracho, no puedes esperar que sea como soy en ese estado—ríe.
Me cruzo de brazos y me muerdo el interior de la mejilla.
—Eres una chica divertida, les agradaste mientras estuvieron cuerdos. Las chicas estaban algo celosas, siempre es así que invito a una chica a salir con nosotros.
—Ya veo porqué no se queda ninguna—Heron sube una ceja pero termina riendo.
—Eres mordaz, ¿verdad?
—¿Qué es lo quieres?—evado su pregunta.
—Dame otra oportunidad. Necesitas amigos aquí. Nosotros podemos ser amigos, ya que tú y el estirado...
—Se llama Jay. Y es mi mejor amigo. No vuelvas a llamarlo así.
—¡Bien, bien!—se adelanta, suspira—. ¿Lo pensarás?
—Pensaré el pensarlo—sonríe pero no lo acompaño.
—Está bien—retrocede con las manos en los bolsillos, se despide con dos dedos en la frente.
No es la única persona a la que he estado intentando evitar.
Me siento en la última fila para que no pueda verme. Entre una vez más, esbelta y elegante, con su mono bajo bien peinado y tacones discretos negros, saludando a todos con sus manos detrás de la espalda.
La Maestra Sofia Bambach, la amiga de mi madre. Verla es el recuerdo constante que no entré por puro talento y me hace estar enojada conmigo misma, me hace sentir que no me esforcé lo suficiente y le quité la oportunidad a otra persona más talentosa que yo. No quiero verla y me siento como una completa cobarde así que, me siento en la última fila para esconder mi vergüenza.
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Malas Costumbres©
أدب المراهقينConforme creces, todo cambia. Todo es distinto y nada lo ves de la misma forma. No todos corremos con la suerte de tener lo que queremos, pero lo que tenemos no lo vemos. Sin embargo, siempre hay algo que sella lo que somos. Sin nuestro pasado no se...