Meg salió disparada del sofá. A pesar de haber crecido rodeada de celebridades, nunca había perdido su capacidad de asombro en presencia de la Presidenta Cornelia Case Jorik.
Los rasgos patricios y serenos de Nealy Jorik, destacando su pelo castaño miel, y los trajes de diseñadores famosos eran familiares por miles de fotografías, pero algunas de ellas mostraban la persona real detrás de la insignia de la bandera americana, la mujer complicada que una vez había huido de la Casa Blanca para cruzar el país en una aventura que le había hecho llegar a Lucy y a su hermana Tracy, así como al amado esposo de Nealy, el periodista Mat Jorik.
Nealy las miró. —Viendolas juntas... parece que fue ayer cuando eran estudiantes universitarias —. Una capa de sentimentales lágrimas suavizaron los ojos azul acero de la ex líder del mundo libre. —Meg, has sido una buena amiga para Lucy.
—Alguien tenía que serlo.
La presidenta sonrió.
—Lamento que tus padres no puedan estar aquí.
Meg no lo hacía. —No pueden estar separados durante mucho tiempo y esta es la única época en la que mamá podía dejar el trabajo para reunirse con papá mientras rodaba en China.
—Estoy esperando su próxima película. Nunca es predecible.
—Sé que ellos deseaban poder ver a Lucy casarse —. Respondió Meg. —Mamá, especialmente. Ya sabes lo que siente por ella.
—Lo mismo que yo por ti —, dijo la presidenta muy amablemente, porque en comparación con Lucy, Meg había resultado ser una gran decepción. Ahora, sin embargo, no era momento de pensar en sus anteriores fracasos y su lúgubre futuro. Tenía que reflexionar sobre su creciente convicción de que su amiga estaba a punto de cometer el error de su vida.
Lucy había decidido tener sólo cuatro damas de honor, sus tres hermanas y Meg. Se congregaron en el altar mientras esperaban la llegada del novio y sus padres. Holly y Charlotte, las hijas biológicas de Mat y Nealy, se pusieron cerca de sus padres, junto con Tracy la medio hermana de Lucy, que tenía dieciocho años, y su hermano adoptivo afroamericano, Andre, de diecisiete años. En su leída columna del periódico, Mat había declarado: "Si las familias tienen pedigrí, la nuestra tiene mestizaje americano". La garganta de Meg se apretó. Por mucho que sus hermanos le hicieran sentirse inferior, ahora mismo los echaba de menos.
De repente, las puertas de la iglesia se abrieron. Allí estaba él, una silueta contra el sol poniente. Justin Day Beaudine.
Las trompetas empezaron a sonar. Juro por Dios que las trompetas tocaban coros de aleluya.
—Jesús —, susurró.
—Lo sé —, susurró de vuelta Lucy. —Cosas como éstas le pasan todo el tiempo. Dice que es accidental.
A pesar de todo lo que Lucy le había dicho, Meg todavía no estaba preparada para su primer encuentro con Justin Beaudien. Tenía los pómulos perfectamente torneados, una nariz recta y una mandíbula cuadrada de estrella de cien. Podría haber tenido un cartel en Times Square, excepto que no poseía el artificio de los modelos masculinos.
Caminópor el pasillo central con un paso largo y fácil, con el pelo marrón oscurobesado con cobre. La luz brillante de las ventanas de las vidrieras arrojabapiedras preciosas en su camino, como si una simple alfombra roja no fuera lo suficientemente buena para que un hombre caminara sobre ella. Meg apenas se percató de que sus famosos padres estaban algunos pasos por detrás. No podía apartar la mirada del novio de su mejor amiga.
Saludó a la familia de su novia en un tono bajo y agradable. Las trompetas que tocaban en el coro llegaron a un crescendo, se giró, y Meg sintió una perforación.
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Llamame Irresitible
Teen FictionMeg Koranda es la mejor amiga de Lucy Jorik, que está a punto de casarse con Justin Beudine. Justin es la clase de hombre por quien toda mujer suspira, al que todo los padres adora y cuya vida quisiera tener cualquier hombre. Es el tipo perfecto par...