Diez minutos más tarde, volvía a acercarse a la recepción del Wynette Country Inn, pero esta vez Justin Beaudine caminaba a su lado mientras que el oficial Surley se paraba en la puerta y hablaba por el micro de la solapa.
La hermosa recepcionista rubia prestó atención tan pronto como vio a Justin. Sus labios se curvaron en una amplia sonrisa. Incluso su pelo parecía animarse. Al mismo tiempo, ella frunció el ceño con preocupación. —Hola, Justin. ¿Cómo estás?
—Muy bien, Kayla. ¿Y tú? – Él tenía manía de bajar la barbilla cuando sonreía. Meg le había visto hacérlselo a Lucy en la cena de ensayo. No mucho, quizás sólo una pulgada, lo suficiente para convertir su sonrisa en un curriculum vitae de vida impoluta y buenas intenciones. Ahora él estaba ofreciendo a la recepcionista del Wynette Country Inn una sonrisa idéntica a la que había otorgado a Lucy.
—No me quejo —, dijo Kayla. —Todos hemos estado rezando por ti.
No parecía ni remotamente un hombre que necesitara oraciones, pero asintió. —Te lo agradezco.
Kayla inclinó la cabeza haciendo que su melena rubia y brillante cayera sobre su hombro. —¿Por qué no vienes con papá y conmigo a cenar al club esta semana? Sabes lo bien que siempre te lo pasas con papá.
—Puede que lo haga.
Hablaron unos minutos sobre papá, el tiempo y las responsabilidades de Justin como alcalde. Kayla sacó todo su arsenal, agitando su pelo, batiendo sus pestañas, haciendo lo que hace Tyra Banks con los ojos, básicamente dando todo lo que tenía. – Todos hemos estado hablando de la llamada telefónica que recibiste ayer. Todo el mundo estaba seguro de que Spencer Skipjack se había olvidado de nosotros. Difícilmente podemos creer que Wynette esté de nuevo en la competición. Pero yo le dije a todos que tú lo sacarías adelante.
—Aprecio tu voto de confianza, pero está muy lejos de ser un hecho. Recuerda que hasta el pasado viernes, Spence se inclinaba por San Antonio.
—Si alguien puede convencerlo para que cambie de opinión y construya en Wynette, eres tú. Ten seguro como que necesitamos los puestos de trabajo.
—No lo sé.
Las esperanzas de Meg para que continuaran con su conversación se vinieron abajo cuando Justin volvió a centrar la atención en ella. – Tengo entendido que aquí la señorita Koranda os debe dinero. Parece pensar que tiene una solución.
—Oh, eso espero.
La recepcionista no parecía creerse tal cosa, y un rubor de pánico se extendió desde la cara de Meg hasta su pecho. Se lamió los labios secos. – Tal vez podría... hablar con el gerente.
Justin pareció dubitativo. – No creo que sea una buena idea.
—Tendrá que hacerlo —, dijo Kayla. – Sólo estoy ayudando hoy. Esto va más allá de mi responsabilidad.
Él sonrió. —¡Oh, qué demonios! A todos nos vendría bien un poco alegría. Vamos a buscarla.
El oficial Surley chilló desde la puerta. – Justin, ha habído un acidente en la carretera del cementerio. ¿Puedes encargarte de las cosas aquí?
—Claro que sí, Sheldon. ¿Alguien herido?
—No lo creo —. Señaló con la cabeza hacia Meg. – Llévala a la central cuando hayas terminado.
—Lo haré.
¿Llevarla a la central? ¿Realmente iban a arrestarla?
El policía se fue y Justin se apoyó en la recepción, cómodo en el mundo que lo había corononado como rey. Agarró más fuerte su bolso. —¿Qué querías decir cuando dijiste que hablar con el gerente no era una buena idea?
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Llamame Irresitible
Teen FictionMeg Koranda es la mejor amiga de Lucy Jorik, que está a punto de casarse con Justin Beudine. Justin es la clase de hombre por quien toda mujer suspira, al que todo los padres adora y cuya vida quisiera tener cualquier hombre. Es el tipo perfecto par...