Su pecho se contrajo. Metió los pies en las sandalias de dedo y corrió tras ella. Fue por el atajo del cementerio en lugar de seguir el camino. Las sandalias rebotaban contra sus talones y las malas hierbas se le enganchaban a las piernas todavía húmedas. Llegó a la parte delantera de la iglesia justo cuando Haley llegaba por la parte trasera y le bloqueó el paso. —¡Alto ahí! Quiero hablar contigo.
—¡Sal de mi camino!
Haley intentó pasar pero Meg no la dejó. —Sabías donde estaba porque me seguiste. Al igual que hizo Spence.
—No sabes lo que dices. ¡Déjame ir!
Meg la agarró. —Fuiste tú.
—¡Basta!
Haley trató liberar su brazo, pero Meg mantuvo tan firme el agarre como el agua helada que goteaba por la parte de atrás de su cuello. —Todo este tiempo. Fuiste quién hizo los destrozos en la iglesia. Quién envió la carta y me tiró la roca contra el coche. Todo este tiempo, fuiste tú.
El pecho de Haley se hinchó. —No... no sé de que me estás hablando.
La camiseta húmeda de Meg se aferró a su piel y los brazos se le pusieron
de carne de gallina. Se sintió enferma. —Pensaba que éramos amigas.
Sus palabras hicieron estallar algo dentro de Haley. Consiguió soltar su brazo y una mueca distorsionó su boca. —¡Amigas! Sí, también eras una amiga.
El viento se levantó. Un animal se escabulló entre la maleza. Meg finalmente lo entendió. —Es por Justin...
La cara de Haley se transformó por la furia. —Me dijiste que no estabas enamorada de él. Me dijiste que sólo lo decías para mantener alejado a Spence. Y te creía. Fui tan estúpida. Te creí hasta la noche que os vi juntos.
La noche que Meg y Justin habían hecho el amor en la iglesia, y que Meg había visto los faros de coches. Su estómago se revolvió. —Tú nos espiaste.
—¡No espié! —Lloró Haley. —¡No fue así! Estaba conduciendo por la zona y vi pasar la camioneta de Justin. Había estado fuera del pueblo y quería hablar con él.
—Así que lo seguiste.
Ella movió la cabeza con movimientos espasmódicos. —No sabía a dónde se dirigía. Sólo quería hablar con él.
—Y así terminaste espiándonos por la ventana.
Lágrimas de rabia salían de sus párpados. —¡Me mentiste! Me dijiste que todo era mentira.
—No te mentí. Así fue como empezó. Pero las cosas cambiaron y te aseguro que no iba a publicarlo a los cuatro vientos —. Meg la miró con disgusto. —No puedo creer que me hicieras esas cosas. ¿Tienes idea de cómo me sentí?
Haley se limpió la nariz con el dorso de la mano. —No te hice daño. Sólo quería que te fueras.
—¿Qué hay de Kyle? Eso es lo que no entiendo. Pensaba que estabas loca por él. Os he visto juntos.
—Le dije que me dejaras en paz pero sigue apareciendo por el trabajo —. Lágrimas teñidas de negro se esparcían por sus mejillas. —El año pasado, cuando me gustaba, ni siquiera me hablaba. Luego, cuando dejó de gustarme, de repente, quería salir conmigo.
Todo encajó. —No cambiaste de idea sobre ir a la U.T. por Kyle. Desde el principio fue por Justin. Porque él y Lucy no llegaron a casarse.
—¿Y qué? —Su nariz estaba roja y su piel con ronchas.
—¿Le hiciste estas cosas a ella? ¿La acosaste a ella como a mí?
—Lucy era diferente.
—¡Se iba a casar con él! Pero a ella la dejaste en paz y fuiste detrás de mí. ¿Por qué? No lo entiendo.
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Llamame Irresitible
Teen FictionMeg Koranda es la mejor amiga de Lucy Jorik, que está a punto de casarse con Justin Beudine. Justin es la clase de hombre por quien toda mujer suspira, al que todo los padres adora y cuya vida quisiera tener cualquier hombre. Es el tipo perfecto par...