Capitulo 34

0 0 0
                                    

La pasada primavera Spence había rechazado al pueblo a favor de San Antonio pero, hace poco más de un mes, había reaparecido y anunciado que Wynette estaba de nueva en la carrera. Y, ahora, Meg sabía que era por Sunny. Su hija había conocido por primera vez a Justin cuando él todavía estaba prometido a Lucy. Pero ahora no estaba comprometido, y lo que Sunny quería, Spence haría todo lo posible para asegurarse que Sunny lo tuviera.

—Háblame sobre tu nuevo retrete Cleaner You —, dijo Meg. —Me muero por conocer los detalles.

Él se lanzó entusiasmadamente a describir un retrete que lavaba automáticamente el trasero del usuario. Qué seguidamente llevó al tema favorito de él, la vida de ella en Hollywood. —Todas esas casas de los famoso... Estoy seguro que has visto cuartos de baños geniales.

—Principalmente me críe en Connecticut, y pasó mucho tiempo viajando.

Eso no le impidió preguntarle si conocía a sus estrellas favoritas, una lista que incluía a Cameron Diaz, Brad Pitt, George Clooney e, inexplicablemente, Tori Spelling.

Los fuegos artificiales comenzaron tan pronto como oscureció. Mientras los invitados se reunieron en el jardín traseros, Peter Traveler de once años, el hijo de Shelby y Warren, corría por el césped con sus amigos y los soñolientos niños más pequeños se acurrucaban en las toallas playeras junto a sus padres. Una de las hijas de Torie entrelazaba sus dedos en el pelo de su madre. Los tres niños de Emma y Kenny estaban tirados junto a sus padres, la más pequeña metida bajo el brazo de su padre.

Meg, Spence, Justin y Sunny estaban sentados en una manta que Shelby les había dado. Spence se arrejuntó demasiado cerca y Meg se puso sobre la hierba. Justin apoyaba su peso sobre sus codos y escuchaba como Sunny enumeraba los compuestos químicos que se usaban para hacer de colores determinados los fuegos artificiales. Él parecía fascinado, pero Meg sospechaba que su mente estaba en otro sitio. Los invitados aplaudieron entusiasmados con la primera explosión en el cielo. Spence puso una de sus calientes y peludas zarpas sobre la mano de Meg. El aire húmedo de la noche hizo que el olor de su colonia fuera más picante y, mientras un cohete se disparaba al aire, la piedra negra del anillo de su meñique le guiñó como un ojo demoníaco.

La colonia... el calor... demasiado vino... —Disculpa —, susurró. Se soltó y se encaminó a través de las mantas y las toallas de playa hacia las puertas francesas que se abrían hacia una espaciosa sala familiar. La acogedora decoración de estilo campiña inglesa presentaba unos suaves sofás acolchados y unas sencillas sillas; mesas con revistas y fotografías familiares con marcos de plata; y una librería mostraba modelos de aviones, juegos de mesa y la saga completa de Harry Potter.

La puerta se abrió detrás de ella. Spence la había seguido dentro y su estómago se revolvió. Estaba cansada, de mal humor y no podía soportar nada más. —Estoy enamorada de Justin Beaudine. Apasionadamente enamorada de él.

—Tienes una extraña forma de demostrarlo.

Mierda. No era Spence en absoluto. Se dio la vuelta para ver a Justin justo bajo las puertas francesas, su alta y absolutamente perfecta silueta contra la noche. Un cohete explotó en el cielo formando un haz dorado detrás de su cabeza. Era tan exasperadamente predecible que ella podría haber gritado. —Déjame en paz.

—La pasión te pone de mal humor —. Cuando se alejó de la puerta, las chispas doradas fueron desapareciendo en una cascada en el aire. —Sólo estaba comprobando que estabas bien. Pareces un poco desbordada.

—El olor de demasiada colonia, y eso es mentira. Quieres alejarte de Sunny.

—No sé porque dices eso. Es una mujer realmente inteligente. Sexy, también.

Llamame IrresitibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora