El desordenado espacio tenía un sofá hundido y algunas sillas plegables de metal. Un tablón de anuncios, que no mostraba ninguna señal del juego, colgaba sobre una mesa plegable con una baraja de cartas y algunas fichas de póquer dispersas por encima. Se volvió hacia la televisión y cogió un DVD de la estantería
. —Este es un video de entrenamiento que mostramos a los niños en el programa junior de caddies. Míralo hasta que vuelva a por ti. Recuerda el palo lo suficientemente cerca del jugador, pero no tan cerca como para distraerlo. Mantén un ojo en la bola, sus palos limpios. Lleva una toalla todo el tiempo. Repara las chuletas de la calle, las marcas del green, mírame. Y no hables. No a menos que uno de los jugadores te hable.
—No soy buena en eso de no hablar.
—Será mejor que lo seas hoy, especialmente respecto a tus opiniones sobre los campos de golf —. Se detuvo en la puerta. —Y nunca te dirijas a un miembro del club de otra forma que "señor". No uses nombres de pila. Nunca.
Ella se desplomó en el sofá hundido mientras él desaparecía. El video de entrenamiento se encendió. No había forma que llamara "señor" a Justin Beaudine. Ni por todas las propinas del mundo.
Media hora después, estaba de pie en la parte exterior de la tienda de golf con un nauseabundo peto verde extra largo de caddie encima de su polo, haciendo lo posible por pasar inadvertida detrás de Mark. Como era al menos cuatro centímetros más alta que él, no lo estaba consiguiendo. A
fortunadamente, el cuarteto se acercaba demasiado absorto en una conversación sobre el desayuno que acababan de finalizar y la cena que planeaban tener esa noche como para fijarse en ella.
Con la excepción del hombre, que asumió era Spencer Skipjack, reconoció a todos: Justin; su padre, Dallie; y Kenny Traveler. Y con la excepción de Spencer Skipjack, no podía recordar haber visto alguna un vez un grupo de hombres tan perfectos, ni siquiera en la alfombra roja. Ninguno de los tres dioses del golf mostraba señales de transplante capilares, alzas en los zapatos o sutiles toques de bronceado.
Eran hombres de Texas: altos, estilizados, de mirada acerada y fuertes; hombres viriles que nunca habían oído hablar de crema hidratante, cera en el pecho o de pagar más de veinte dólares por un corte de pelo. Eran un artículo genuino: el estereotipo de héroe americano civilizado del Oeste, con una bolsa de golf en lugar de una Winchester.
Además de poseer la misma altura y constitución, Justin y su padre no se parecían mucho. Justin tenía los ojos ámbar, mientras que los de Dallie eran de un azul brillante que no se había visto menguado por el paso de los años. Donde Justin tenía ángulos, los de Dallie se habían suavizado. Su boca era más gruesa que la de su hijo, casi femenina, y su perfil más suave, pero ambos impactaban, y con sus pasos fáciles y llenos de confianza nadie podía confundirlos por otra cosa que padre e hijo.
Un hombre canoso con una coleta gris, ojos pequeños y nariz achatada venía de lo que ella había aprendido era la habitación de las bolsas. Sólo podía tratarse de Skeep Cooper, el hombre que Mark le había dicho era el mejor amigo de Dallie Beaudine y su caddie de toda la vida. Cuando Mark se acercó al grupo, ella se agachó y simuló que se ataba una zapatilla. —Buenos días, caballeros —, escuchó decir a Mark. —Señor Skipjack, hoy seré su caddie, señor. He escuchado que tiene un buen juego y estoy deseando verle jugar.
Hasta ese preciso momento no había centrada lo suficiente como para pensar que jugador exactamente le había asignado Mark.
Lenny, el caddie que odiaba la ensalada de col, se alejó. Era bajo, deteriorado y con dientes desalineados. Cogió una de las enormes bolsas de golf que estaban apoyadas contra la estantería de las bolsas, se la subió al hombro como si fuera una chaqueta de verano y se dirigió directamente hacia Kenny Traveler.
A la izquierda... Por supuesto que iba a terminar siendo la caddie de Justin. Con su vida en caída libre, ¿qué otra cosa podía esperar?
Él todavía no se había fijado en ella comenzó a reatarse la otra zapatilla. —Señor Beaudine —, dijo Mark, —hoy tendrá un nuevo caddie...
Ella apretó su mandíbula, evocó a su padre en su papel más amenazante en la pantalla como Bird Dog Caliber, se levantó.
—Sé que Meg hará un gran trabajo para usted —, dijo Mark.
Justin se quedó totalmente inmóvil. Kenny la miró con interés, Dallie con manifiesta hostilidad. Ella levantó la barbilla, cuadro los hombros e hizo que Birdie Dog se encontrara con los helados ojos ámbar de Justin Beaudine.
Un músculo hacía tic en la esquina de su mandíbula. —Meg.
Ella se dio cuenta, que mientras Spence Skipjack pudiera oírlo, Justin no diría lo que él quería decir. Ella asintió, sonrió pero no le ofreció ni siquiera un simple "hola", nada que la obligara a llamarlo "señor". En su lugar, se dirigió a la estantería y cogió la bolsa restante.
Era exactamente tan pesada como parecía, y ella se tambaleó ligeramente. Mientras pasaba la ancha banda por su hombro, intentaba imaginarse como iba a arrastrar esta cosa durante unos ocho kilómetros por las colinas de un campo de golf bajo el ardiente sol de Texas. Volvería a la universidad. Terminaría los cuatro años y luego conseguiría un título de abogado. O un título en contabilidad. Pero ella no quería ser abogado o contable. Quería ser una mujer rica con una ilimitada cuenta bancaria que le permitiera viajar por todo el mundo, conociendo gente interesante, consiguiendo artesanía loca y encontrando un amante que no estuviera loco o fuera un imbécil.
El grupo comenzó a moverse hacia la zona de tiro para calentar. Justin intentó quedarse rezagado para arremeter contra ella con algo nuevo, pero no pudo alejarse de su invitado de honor. Ella corrió tras ellos, respirando ya con dificultad debido al peso de la bolsa.
Mark se acercó furtivamente a su lado y le habló en voz baja. —Justin va a querer su sand wedge cuando llegue a la zona de tiro. Luego su hierro nueve, hierro siete y probablemente el tres, y finalmente su driver. Acuérdate de limpiarlos cuando los use. Y no pierdas sus nuevas fundas.
Todas esas instrucciones estaban empezando a mezclarse. Skeet Cooper, el caddie de Dallie, la miró y la observó con sus pequeños y brillantes ojos. Debajo de su gorra, su coleta gris caía muy por debajo de sus hombros y su piel le recordaba al cuero secado al sol.
Al llegar al campo de prácticas, ella separó los palos de Justin y sacó un hierro marcado con una S. Él casi le arrancó la mano cuando se lo cogió.
Los hombres empezaron a calentara en los tees de práctica y, por fin, tuvo la oportunidad de estudiar a Spence Skipjack, el gigante de la fontanería. Estaba en los cincuenta años, huesudo, el tipo de cara de Jonny Cash y una cintura que había comenzado a ensancharse, pero aún no había desarrollado una barriga. A pesar que estaba bien afeitado, su mandíbula mostraba una sombra de barba espesa. Un sombrero de paja Panamá adornado con una banda de piel de serpiente se asentaba sobre su pelo oscuro con pequeños indicios grises. La piedra negra de su añillo de plata en el dedo meñique brillaba en su pequeño dedo, y un caro reloj rodeaba su peluda muñeca. Tenía una fuerte y resonante voz y un comportamiento que reflejaba tanto su profundo ego como su necesidad de llamar la atención de todo el mundo.
—Jugué en Pebble la semana pasada con un par de chicos de la gira —, anunció mientras se ponía un guante de golf. —Cojimos todos los green fees. También eran malditamente buenos.
—Me temo que no podemos competir con Pebble —, dijo Justin. —Pero haremos todo lo que podamos para mantenerte entretenido.
Los hombres empezaron a hacer sus tiros de práctica. Skipjack parecía un jugador experto, pero ella sospechaba que no estaba en su liga competir contra dos golfistas profesionales y Justin, quién había ganado el torneo amateur de los Estados Unidos, como ella había escuchado repetidamente. Ella se sentó en uno de los bancos de madera para mirar.
—Levántate —, le susurró Mark. —Los caddies nunca se sientan.
Por supuesto que no. Eso tendría demasiado sentido.
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Llamame Irresitible
Teen FictionMeg Koranda es la mejor amiga de Lucy Jorik, que está a punto de casarse con Justin Beudine. Justin es la clase de hombre por quien toda mujer suspira, al que todo los padres adora y cuya vida quisiera tener cualquier hombre. Es el tipo perfecto par...