Estaba tan sorprendida que su brazo voló hasta él y le golpeó en el hombro, pero su torpeza no detuvo a ninguno de los dos. Él cogió su cara entre sus manos e le inclinó la cabeza en el ángulo correcto. Era demasiado curiosa y estaba demasiado excitada como para alejarse.
Él sabía bien, a cerveza y chicle. Su pulgar se deslizó hasta un lugar sensible del lóbulo de su oreja, mientras su otra mano se introducía en sus rizos. No había dudas. Le estaban dando el mejor beso de su vida. Ni demasiado brusco. Ni demasiado suave. Lento y perfecto. Pero por supuesto que era perfecto. Él era Justin Beaudine y él lo hacía todo impecablemente.
No recordaba haber puesto sus brazos alrededor de sus hombros, pero allí estaban y su afilada lengua estaba obrando su magia en la de ella, se estaba derritiendo.
Fue el primero en apartarse. Ella parpadeó y cuando levantó la vista, encontró una mirada de sorpresa que debía hacer juego con la suya. Algo había ocurrido. Algo inesperado. Y ninguno de los dos estaba feliz sobre eso. Lentamente él la soltó.
Ella escuchó un ruido. Él se enderezó. La cordura volvió. Ella se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y se giró para ver a Sunny Skipjack plantada debajo de las puertas francesas con una mano en su garganta y su acostumbrada auto confianza dañada. Meg no tenía ni idea si para Justin el beso había sido un acto impulsivo como lo había sido para ella o sí él había sabido que Sunny estado allí todo el tiempo y temerariamente había iniciado el beso para desalentarla. De cualquier forma, él lo lamentaba, algo que era tan claro como el temblor en las rodillas de ella. Estaba cansado, sus defensas por una vez estaban bajas y él sabía que acababa de joderlo todo completamente.
Sunny luchó por recuperar la compostura. —Uno de esos momentos incómodos de la vida —, dijo ella.
Si Sunny se iba por esto, la gente de Wynette se aseguraría de culpar a Meg, y ya tenía suficientes problemas sin esto. Mientras miraba a Justin, volvió a poner su cara de damisela en apuros. —Lo siento, Justin. Sé que no puedo seguir tirándome encima de ti de esta manera. Entiendo lo incómodo que te hace sentir. Pero eres tan... tan... malditamente irresistible.
Levantó una ceja oscura.
Ella miro a Sunny, de novia a novia. —Demasiado vino. Juro que no volverá a pasar —. Y luego, como sólo era humana, dijo, —es tan vulnerable ahora. Tan dulce e indefenso desde el lío de Lucy. Me aproveché.
—No soy vulnerable o indefenso —, dijo firmemente.
Ella puso su dedo índice sobre sus labios. —Un herida abierta —. Con la dignidad de una mujer valiente que sufre por un amor no correspondido, pasó al lado de Sunny y se dirigió al patio, donde recuperó su bolso y se puso en camino a la que actualmente era su casa.
Acaba de lavarse la cara y meterse por la cabeza la camiseta con el logo feliz de la empresa, cuando escuchó un coche fuera. Un asesino en serie de Texas podría haber aparecido, pero apostaba dinero a que se trataba de Sunny Skipjack. Se tomó su tiempo para colgar el vestido de Modigliani en el armario de hábitos del coro, luego salió por la puerta del altar hacia la sección principal de la iglesia.
Estaba equivocada sobre Sunny.
—Olvidaste los regalos de la fiesta—, dijo Justin.
No le gustó los vertiginosos nervios que sintió cuando lo vió de pie en la parte trasera de la iglesia, sosteniendo unas raquetas de playa estampadas con la bandera americana. —Shelby también tenía una cesta de yoyos patrióticos, pero pensé que te gustarían más unas raquetas. O quizás sólo estaba haciendo una suposición de lo que pensaba que necesitabas —. Él golpeó fuertemente la raqueta contra su mano.
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Llamame Irresitible
Teen FictionMeg Koranda es la mejor amiga de Lucy Jorik, que está a punto de casarse con Justin Beudine. Justin es la clase de hombre por quien toda mujer suspira, al que todo los padres adora y cuya vida quisiera tener cualquier hombre. Es el tipo perfecto par...