Capitulo 19

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Meg corrió hacia el futón. —Estoy intentando dormir aquí —, gritó, preparándose para la batalla. —¿Te importa?

Los pasos de Justin sonaban mientras iba hacia el desván, el suelo temblaba bajo sus pies. —¿Qué demonios te piensas que estás haciendo?

Ella se sentó a la esquina del futón e intentó parecer como si acabara de despertarse. —Obviamente, no estoy durmiendo. De todas formas, ¿qué te pasa? Irrumpiendo aquí en medio de la noche... Y no deberías maldecir en una iglesia.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?

Ella se estiró y bostezó, intentando darle credibilidad a sus actos. Habría sido más fácil si llevara puesto algo más impactante que unas bragas de calaveras de piratas y una camiseta con un estampado alegre de una empresa, que un huésped se había dejado. —¿Tienes que gritar tan fuerte? —dijo.

—Estás molestando a los vecinos. Y están muertos.

—¿Desde cuándo?

—No estoy segura. Algunas de esas lápidas van desde cualquier fecha en la década de 1840.

—Estoy hablando de ti.

—Oh. He estado aquí durante un tiempo. ¿Dónde pensabas que me quedaba?

—No pienso en ti para nada. ¿Y sabes por qué? Porque me importa un bledo. Te quiero fuera de aquí.

—Te creo, pero es la iglesia de Lucy, y me dijo que podía quedarme aquí tanto como quisiese.

Al menos lo habría hecho si Meg se lo hubiera pedido.

—Incorrecto. Ésta es mi iglesia, y te vas a ir mañana a primera hora y no vas a volver.

—Espera. Tú le diste esta iglesia a Lucy.

—Un regalo de bodas. No boda. No regalo.

—No creo que se sostenga ante un juez.

—¡No había un contrato legal!

—O eres una persona que mantiene su palabra o no. Francamente, estoy empezando a pensar que no.

Sus cejas se fruncieron. —Es mi iglesia y tú la estás invadiendo.

—Tú lo ves a tu manera. Yo a la mía. Esto es América. Tenemos derecho a nuestras propias opiniones.

—Incorrecto. Esto es Texas. Y mi opinión es lo único que cuenta.

Eso era más cierto de lo que ella quería reconocer. —Lucy quiere que me quede aquí, así que me quedo —. Seguro que ella quería que Meg se quedara allí si lo supiera.

Él puso la mano en la barandilla del coro. —Al principio torturarte era divertido, pero el juego se ha vuelto aburrido —. Metió su mano en el bolsillo y sacó un clip de dinero. —Te quiero fuera del pueblo mañana. Esto te va a ayudar a irte.

Sacó los billetes, volvió a meter el clic vacío en su bolsillo y agitó el dinero con sus dedos para que ella pudiera contarlo. Cinco billetes de cien dólares. Ella tragó saliva. —No deberías llevar tanto dinero encima.

—Normalmente no lo hago, pero un propietario local se pasó por el ayuntamiento después que el banco cerrara y saldó una deuda de impuestos antigua. ¿No te alegraría que dejara caer todo este dinero por aquí? —Él arrojó los billetes en el futón. —Cuando vuelvas a congraciarte con papi, extiéndeme un cheque —. Se giró hacia las escaleras.

No lo podía permitir tener la última palabra. —Fue una escena interesante la que vi el sábado en el hotel. ¿Estuviste engañando a Lucy durante todo el compromiso o sólo durante parte de él?

Llamame IrresitibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora