Epilogo

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Meg se negó a casarse con Justin hasta tener su título. 

—Un genio merece casarse con una graduada en la universidad —, le dijo

—Este genio merece casarse con la mujer que ama ahora mismo en lugar de esperar a que ella consiga un diploma —. Pero a pesar de sus protestas, él comprendía lo importante que era eso para ella, aunque no lo admitiese.

La vida en Wynette era completamente aburrida sin Meg, y todo el mundo quería que ella volviera, pero a pesar de las llamadas perdidas de números desconocidos y ocasionales visitas de varios residentes de Wynette a su pequeño apartamento en Austin, no pondría un pie en los límites del pueblo hasta su boda. —Estaría tentando a la suerte si vuelvo antes de eso —, le dijo a las miembro del comité de reconstrucción de la librería cuando aparecieron en su puerta con una jarra de mojitos y media bolsa de patatas fritas. —Sabéis que me meteré en problemas en cuanto pise el pueblo.

Kayla, quién reducía caloría comiendo sólo las patatas partidas, metió la mano en la bolsa. —No sé de lo que estás hablando. La gente se preocupa, igual que antes, para hacerte sentir bienvenida.

Lady Emma suspiró.

Shelby señaló a Zoey. —Es porque Meg es una yankee. Los yankees no aprecian la hospitalidad sureña.

—Seguro —. Torie lamió la sal de sus dedos. —Además, nos roban a nuestros hombres cuando nos damos la vuelta.

Meg rodó los ojos, bebió de su mojito y luego las despidió a todas para poder terminar su trabajo de eutrifazión. Después de eso, salió para supervisar a la estudiante de arte que había contratado para ayudarle a completar los pedidos que le continuaban llegando desde Nueva York. Pese a las protestas indignadas de Justin, los padres de él, los de ella, sus hermanos, el comité de la librería y el resto de Wynette, todavía seguía pagando sus gastos, aunque había dejado pasar por alto un poco sus principios con el regalo de compromiso de Justin, un Prius de un rojo brillante.

—Me das un coche —, le dijo ella, —y todo lo que tengo para ti es este clip para el los billetes.

Pero a Justin le encantaba el clip, el cuál había diseñado a partir de un medallón griego raro de Gaia, la diosa de la tierra.

Justin no pudo pasar tanto tiempo en Austin como habían planeado, y aunque hablaban mucho tiempo todos los días, echaban mucho de menos estar juntos. Pero él necesitaba estar cerca de Wynette. El grupo de inversores, seleccionados cuidadosamente, con los que había estado contactando para construir el resort de golf, por fin se habían juntado. El grupo estaba formado por el padre de Justin, Kenny, Skeet, Dex O'Connor, un par de reconocidos profesionales del turismo y unos cuantos hombres de negocios de Texas, ninguno relacionado con la fontanería. Sorprendentemente, Spence Skipjacks había resurgido amenazando con hacer público el "malentendido". Justin le dijo que no había ningún malentendido, y que debería seguir dedicándose a los aseos.

Justin se había mantenido interesado en lo del resort para así poder construirlo exactamente cómo él lo había previsto. Estaba feliz por el proyecto, pero con el exceso de trabajo y la construcción programada para poco después de la boda, estaba frenético. Aunque frecuentemente hablaba sobre que necesitaba a alguien que compartiese su mismo punto de vista y de su confianza para trabajar a su lado, no fue hasta que Kenny fue hasta Austin y acorraló a Meg para que tuvieran una conversación privada, que se dio cuenta que la persona con la que Justin quería trabajar era con ella.

—Sabe lo mucho que querías regresar a la universidad para conseguir tu título —, dijo Kenny. —Por eso no te lo preguntará.

A Meg no le llevó ni cinco segundos decidir que su título podía esperar. Trabajar con el hombre que amaba en un proyecto como este era su trabajo ideal.

Llamame IrresitibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora