Cuando luego llegó a casa esa tarde, aparcó detrás de un viejo cobertizo de almacenamiento que había descubierto entre la maleza más allá del muro de piedra que rodeaba al cementerio. Hacia mucho tiempo que había perdido el techo, las vides y los nopales, y hierba seca crecía alrededor de sus derrumbadas paredes. Se apartó los rizos de la frente sudorosa mientras sacaba su maleta del maletero.
Al menos había sido capaz de esconder su pequeño alijo de alimentos detrás algunos aparatos de cocina abandonados, pero incluso así, empaquetar y desempaquetar constantemente la estaba agotando. Mientras arrastraba sus posesiones por el cementerio, soñaba con aire acondicionado y un lugar donde estar donde no tener que borrar su presencia cada mañana.
Era casi Julio y en la iglesia hacía más calor que nunca. Motas de polvo volaban como si ella hubiera encendido un ventilador en el techo. Sólo era necesario que se moviera el aire, pero no podía arriesgarse a abrir las ventanas, al igual que intentaba no encender las luces después del anochecer. Lo que hacía que no tuviera nada que hacer excepto irse a la cama a la misma hora a la que solía salir por la noche.
Se desnudó y en ropa interior, con sus sandalias de dedo, salió por la puerta de atrás. Mientras se abría paso por el cementerio echó un vistazo a los nombres de las lápidas: Dietzel, Meusebach, Ernst. Las dificultadas que ella enfrentaba no eran nada comparado con las que aquellos buenos alemanes debieron haber sufrido cuando se alejaron de la familia para crear un hogar en un esta tierra hostil.
Una maraña de árboles se extendía más allá del cementerio. Al otro lado, un ancho arroyo, que desembocaba en el río Pedernales, formaba un remanso aislado para nadar que había descubierto no mucho después de trasladarse a la iglesia. El agua clara era profunda en el medio y había empezado a ir allí cada tarde para refrescarse.
Mientras se zambullía, luchaba contra la triste certeza que el club de fans de Justin Beaudine intentarían conseguir que la despidiesen tan pronto como la reconocieran. Tenía que asegurarse de no darles una razón, a parte del odio elemental. ¿Qué decía sobre su vida que su mayor aspiración fuera no joderla conduciendo un carrito de refrescos?
Esa noche en el coro hacía especialmente calor y se echó sobre el incómodo futón. Tenía que estar el club de campo temprano e intentó dormirse, pero justo cuando se estaba quedando dormida, un ruido la despertó. Le llevó unos cuantos segundo identificar el sonido de las puertas abriéndose.
Se tiró en la cama cuando las luces se encendieron. Su reloj de viaja marcaba medianoche y su corazón latía con fuerza. Había estado preparada para que Justin apareciera en la iglesia durante el día mientras ella no estaba, pero nunca se había esperado una visita en horas nocturnas. Intentó recordar si había dejado algo a la vista en la habitación principal. Salió de la cama y miró a hurtadillas por encima de la barandilla del coro.
Un hombre que no era Justin Beaudine estaba en la mitad del antiguo santuario. Aunque ellos eran de la misma altura, su pelo era oscuro, casi negro azulado, y pesaba unos cuantos kilos más. Era Kenny Traveler, la leyenda del golf y el padrino de Justin Beaudine. Lo había conocido a él y a su esposa británica, Emma, en la cena de ensayo.
Su corazón comenzó a latir a otro ritmo cuando escuchó un crujido de un segundo par de zapatos. Levantó un poco más la cabeza pero no pudo ver ninguna señal de ropa o zapatos abandonados.
—Alguien dejo la puerta abierta —, dijo Kenny uno momento después mientras la otra persona entraba.
—Lucy debe haberse olvidado de cerrar la última vez que estuvo aquí —, uno voz masculina desagradablemente familiar respondió. Apenas había pasado un mes desde su fallida boda, pero él pronunciaba el nombre de Lucy de forma impersonal.
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Llamame Irresitible
Teen FictionMeg Koranda es la mejor amiga de Lucy Jorik, que está a punto de casarse con Justin Beudine. Justin es la clase de hombre por quien toda mujer suspira, al que todo los padres adora y cuya vida quisiera tener cualquier hombre. Es el tipo perfecto par...