Capitulo 7

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Su padre llegó a su lado y puso la mano sobre su hombro mientras observaba a Meg con frialdad. —Nealy me habló sobre vuestra conversación anoche. ¿Qué sabes sobre esto?

Los padres del novio escucharon su pregunta y se acercaron. Meg sabía que Lucy contaba con ella y luchó contra el impulso de alejarse. —Lucy... intenta por todos los medios no decepcionar a las personas que ama —. Se lamió los labios secos. —Algunas veces se olvida de ser ella misma.

Mat Jorik era de la escuela de periodistas de sin gilipolleces. —¿Qué estás queriendo decir exactamente? Explícate.

Todos los ojos se clavaron en ella. Meg apretó su agarre en el ramo de lirios. No importaba cuanto quisiese salir corriendo, tenía que intentar hacer esto al menos un poco más fácil Lucy, sentar las bases para las difíciles conversaciones que se avecinaban. Se lamió los labios de nuevo. —Lucy no es tan feliz como debería serlo. Tiene algunas dudas.

—¡Tonterías! —exclamó la madre de Justin. —Ella no tenía dudas. No hasta que se las metiste en la cabeza.

—Esta es la primera vez que hemos escuchado algo sobre dudas —, dijo Dallas Beaudine.

Meg consideró brevemente no darse por enterada, pero Lucy era la hermana que nunca había tenido, y por lo menos podía hacer esto por ella. —Lucy se dio cuenta que podía estar casándose con Justin por las razones equivocadas. Él... podría no ser el hombre indicado para ella.

—Eso es absurdo —. Los ojos verdes de Francesca disparaban dardos envenenados. —¿Sabes cuántas mujeres darían cualquier cosa por casarse con Justindy?

—Muchas, estoy segura.

Su madre no se tranquilizó. —He desayunado con Lucy el sábado por la mañana, y me dijo que nunca había sido más feliz. Pero eso cambió después de tu llegada. ¿Qué le dijiste?

Meg intentó evitar la pregunta. —Puede que no fuera tan feliz como parecía. Lucy es muy buena fingiendo.

—Soy una experta en saber cuando las personas fingen —, espetó Francesca. —Lucy no lo estaba haciendo.

—Ella es realmente buena.

—Permíteme plantearte otro escenario —. La pequeña madre del novio le expetó con la autoridad de un fiscal. —¿Es posible que tú, por razones que sólo tú conoces, decidieras aprovecharte de un caso perfectamente normal de novia nerviosa?

—No. Eso no es posible —. Retorció la cinta dorada del ramo con sus dedos. Sus palmas habían comenzado a sudar. —Lucy sabe cuánto deseabais todos vosotros que estuvieran juntos, así que ella se autoconvenció que funcionaría. Pero no era lo que ella realmente quería.

—¡No te creo! —Los ojos azules de Tracy estaban inundados de lágrimas. —Lucy ama a Justin. ¡Estás celosa! Es por eso que lo hiciste.

Tracy siempre había adorado a Meg y, por eso, su hostilidad le dolía. —Eso no es verdad.

—Entonces dinos qué es lo que le dijiste —, demandó Tracy. —Permítenos escucharlo a todos.

Una de las cintas del ramo se rompió entre sus húmedos dedos. —Todo lo que hice fue recordarle que necesita ser ella misma.

—¡Ella lo era! —lloró Tracy. —Lo has arruinado todo.

—Quiero que Lucy sea feliz al igual que todos vosotros. Y ella no lo era.

—¿Supongo que todo esto salió en una conversación ayer por la tarde? —dijo el padre de Justin, su voz era peligrosamente baja.

—La conozco muy bien.

Llamame IrresitibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora