Mi forma de amarte [TERMINADA]

Capítulo 1

Gabriel.

Solo oscuridad pudo contemplar al abrir sus ojos azules, ver esa habitación tan amplia para alguien tan pequeño hizo acrecentar el frío. divisó mejor la vista restregando sus ojitos, vió la luna completamente llena dejar entrar su luz por los grandes ventanales. Otra vez había despertado asustado, sumido en la soledad, siempre con miedo de no tener a nadie, quiso salir corriendo de allí en busca de la seguridad en brazos de la única persona que podría tranquilizarlo, pero sentía miedo, miedo de que al salir afuera no encontrará lo que buscaba.

Vio abrirse ligeramente la puerta, dejando entrar la luz en la habitación, y como si viera al mismo amanecer aparecer sonrió ante la presencia que tanto deseaba ver.

-¡Sheila! -Llamó aliviado de verla entrar, como si ella hubiera escuchado su silencioso despertar. -¿Como supiste que me había despertado? -Preguntó el pequeño pelinegro de no más de cuatro años, que veía con fascinación como su madre entraba con una sonrisa maternal y se recostaba a su lado mientras lo arropaba.

-Una madre sabe. -Le sonrió la rubia, mientras acariciaba la cabeza del pequeño gabriel, y él la abrazaba tiernamente. Sheila miraba al pequeño acurrucarse más hacia ella, como si buscara el calor de la cercanía y se dispuso a abrazarlo más. Ella era consciente de que su pequeño hijo se despertaba en medio de la madrugada todas las noches desde aquellos problemas que había tenido con su esposo y padre de gabriel, por eso siempre se pasaba a esas horas por la habitación del pequeño.

-¿Quieres escuchar una historia? -Le preguntó ella con la siempre maternal pequeña sonrisa que le regalaba.

Gabriel subió su mirada hacia su madre, y vió esa pequeña sonrisa que siempre le dedicaba solo a él, pero a pesar de su edad, él sabía que detrás de aquella simple sonrisa había un sentimiento de tristeza que su madre siempre tenía desde que él tiene memoria, por eso siempre trataba de portarse bien, y darle todo el cariño posible para que ella siempre sonriera, aunque fuese solo para él. -¡Me gustaría mucho! -Respondió, animado por la sugerencia de su madre.

Ella le sonrió dulcemente y empezó a contarla,

-Esta es la historia del nacimiento de la lluvia.

Se cuenta que hubo una vez un clan familiar conformado solamente por sanadores que eran tanto hombres como mujeres, con habilidades en medicina y herboristas; al ser muy reconocidos tanto por sus habilidades como por el hecho de que a la mujer se le permitiera diferentes tipos de roles más que ser simplemente una esposa y madre que no era normal para la época, se volvieron muy famosos y especiales y formaron una gran fortuna, la época en la que vivían era una muy complicada por las constantes guerras entre diferentes tierras y reinos, así que se solicitaron la asistencia de más sanadores para la atención de los heridos, con las sangrientas batallas no se hicieron esperar las muertes en gran escala de la mayoría de los sanadores del clan y ante el temor de que el linaje familiar se perdiera el jefe del clan le pidió encarecidamente al rey y soberano de esas tierras que dejara de pedir sanadores a su clan por el riesgo a terminar de extinguirse.

El rey se molesto por la osadía del jefe del clan, y le exigió con mayor énfasis que todos los hombres y mujeres sanadores del clan debían por obligación servir a su soberano y como decreto real, aquellos que no lo hicieran se los condenaría como traidores. El jefe del clan no pudo hacer nada ante esto, y al pasar el tiempo ya no quedaba nadie de su clan al haber muerto en batalla o haber huido por la misma, todos a excepción de su esposa e hija; con todo el pesar de perder a la única familia que le quedaba escapo con ellas, siendo perseguido por las tropas del tirano rey que no soportaba el hecho de haber sido insultado por el descaro de ese hombre; el jefe y ahora único hombre de su clan se las ingenio para huir lo más lejos posible del poder del rey y se asentó en las fronteras entre ese reino y otro, que era habitado por unas cuantas familias.