Capítulo 28

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Kara.

El frío viento que se empezaba a sentir con el regreso inminente del invierno la hizo temblar aun debajo de las suaves sabanas, aquel olor masculino invadió sus fosas nasales, trayéndole a su mente viejos recuerdos, aun semi inconsciente como estaba divisó entre frágiles sueños la rubia cabellera de la persona que se había metido en sus pensamientos como un virus mortífero que se arraigó de forma tan fuerte que creía que solo la muerte la regresaría a esa vida tranquila que suponía tener antes de que su extraña relación jefe-asistente se transformará en una rara situación que la ponían dudosa y rompían las normas que hasta ahora habían regido su vida.

Sintió la respiración de alguien chocar contra su hombro descubierto y la piel erizarse desde la nuca hasta los pies, supo entonces que no era un sueño y no tardó nada en abrir los ojos aturdida por la brillante luz que se colaba por la ventana abierta, mientras las cortinas blancas impecables se mecían por la suave brisa helada de la mañana.

Se sintió entonces aletargada, y forzando a sus músculos a responder, cambió de posición su cuerpo para ver de frente al dueño del Pacífico respirar que estaba invadiendo osadamente su espacio personal. al darse cuenta del peso extra que tenía su cuerpo en la parte de la cintura donde se encaramaba a ella un enorme brazo que la apretaba celosamente.

Apenas y podiendo voltear se topó con el hermoso rostro de su jefe, durmiendo plácidamente, casi acaparándola por completo. ya que al tener una apariencia pequeña y menuda la enorme presencia de él la abordaba, en cierta forma la hacían sentir protegida de una forma extraña y algo incomoda.

Decidida a levantarse trató de liberarse del fuerte agarre, pero mientras más lo intentaba mas este se encaramaba a ella.

-¿Seguirás aparentando dormir?.—Preguntó Kara. Había notado que cuando ella se volteó hacia él de frente, la relajada respiración de este se había acelerado y la presión en su agarre, aunque casi imperceptiblemente había aumentado.

Al fin abrió aquellos ojos ámbar que últimamente la incitaban a mirarlos, siempre supo que ella no estaba hecha para ningún tipo de relación amorosa, su vida solo giraba en torno a las responsabilidades de su familia y hacia el bienestar de su única y adorada hermana menor, pero cuando las cosas habían dado un giro drástico en la vida de ambas con la partida de su padre, que aunque irresponsable, alguna vez había sido su enorme felicidad y aquellos recuerdos siempre prevalecerían, ahora… ahora… ya no pensaba que la vida junto a alguien fuera tan mala idea.

-Eres muy caliente pequeña. —Susurró en su oído. El rubio sabía perfectamente cómo comportarse en presencia femenina, y aunque antes no lo tomaba en serio, ahora era más fácil sentirse incomoda con sus actos de conquistador.

-Y usted muy directo.—Respondió ella manteniendo su tranquilidad aparente aunque internamente se sentía realmente incomoda con la cercanía.

-Y eso que no has visto nada.—Sonrió Jack.—O al menos no tanto.—Dijo guiñándole un ojo.

Maldijo internamente, siempre que podía la molestaba con aquello, si no hubiera caído en su jueguito ese día en que con mañas y engaños logró entrar a su casa, ahora probablemente no se encontrarían en esa situación tan comprometedora.

La Eneriz mayor lo observó nuevamente a los ojos, realmente eran hipnotizantes y debía admitir que en serio le gustaba mirarlo, sus miradas chocaron, notó aquel brillo en sus ojos, se tensó al sentirlo acercarse hacia ella, la iba a besar, pero esta vez podía negarse… debía negarse… aquello no tenía futuro… lo haría, se negaría. De nada servía tener un coeficiente intelectual tan alto si después de todo su cerebro no lograba que su cuerpo le obedeciera, y ahí estaba ella, perdida en el sabor de aquellos labios conocedores y experimentados, porque realmente creía que nadie más podría besar como él, y la única explicación posible era su largo número de prácticas.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora