Capítulo 38

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Gabriel.

La vió alejarse de él como si de pronto estuviera delante de un monstruo, no estaba lejos de la verdad, pero era un monstruo que la amaba más que a su vida, a ella, a su hermosa mujer.

-Eres muy joven Rebecca podremos tener todos los bebés que quieras después.—Le explicó Gabriel, pero su rostro asustado solo le indicaba que la estaba perdiendo.

-Ángel…—Rebecca se alejo de su tacto como si fuera a quemarla.

-¡No me toques!.—Parecía ofendida y triste, pero era lo mejor, ella no podía tener a ese bebé.

-Rebecca no me obligues a…

-¿¡A que!? ¿¡Que vas a hacer si me rehusó!?.—El Ifriqia había despertado en ella aquella fiera que era capaz de proteger a sus seres queridos con uñas y dientes, y Gabriel en ese momento se había convertido en la amenaza.

-Rebecca hablemos.—Le pidió de forma condescendiente, la cabeza le dolía un horror. después de tres días de pasársela alcoholizado y otros cuatro buscando una solución.

-¿¡De que quieres hablar!? ¿¡De cómo quieres matar a tu hijo, solo porque si!? ¿¡Te proponías embarazarme para que!? ¡¿Para qué ahora no quieras hijos y quieras desecharlos?! ¡Porque si es así, prefiero no estorbarte más, me iré y no te molestaré!

-¡te vas y una mierda! ¡no iras a ningún lado lejos de mi vista!.—Estaba alterado, le habían sacado de quicio aquellas palabras, sus amenazas de dejarlo lo enloquecían.

Rebecca levantó el rostro de forma digna.

-¡Si no quieres a este bebé, no me quieres a mí!

-¡Tú no entiendes nada!.—Gritó nuevamente mientras restregaba su cabello con rabia.

-Explícame entonces.—Le pidió ella, su voz parecía mas apacible y terriblemente triste, lo estaba torturando.

Gabriel se sentó derrotado sobre la esquina de la cama y cerró los ojos mientras removía el cabello que le caía por el rostro.

-Te ha crecido la barba.—Le indicó ella, Gabriel sintió su tacto sobre su rostro, abrió sus ojos y la vió sentada al lado suyo, sus ojos verdes parecían brillar por las lágrimas contenidas. una pequeña sonrisa apareció en su rostro, una sonrisa que le rogaba silenciosamente retractarse de sus palabras anteriores.

-Hazlo por mí.—Le pidió a Rebecca, tenía que aceptar, rogaba por que lo hiciera, no quería tomar medidas drásticas, no quería lastimarla.

Rebecca no pudo contener mas las lágrimas y las dejó caer libremente. Negó con la cabeza.

-No me pidas eso.—Susurró ella.

-Por favor.—Pidió nuevamente.

Rebecca soltó un pequeño alarido de pena.

-No puedo... es algo tuyo, algo que aunque no esperaba me regalaste, y ya lo quiero, es mío, es nuestro.—Sollozó y a Gabriel se le partió el alma.

Quería abrazarla, quería besarla, y decirle que dejará de llorar, en otras circunstancias hubiera sido completamente dichoso con aquellas palabras, porque después de todo ella tenía razón. Él era el culpable de su estado, él le había ordenado a Neil que cambiará las pastillas de Rebecca, ¿Por qué? Porque simplemente era un idiota neurótico que quería asegurarse el tenerla para siempre. aquel pensamiento estúpido de que ella no lo dejaría si había un hijo que los uniera era la mayor idiotez que se le había ocurrido, porque era justamente eso lo que se posaba como un muro entre los dos en esos momentos.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora