Capítulo 39

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Gabriel.

El frío logro sacarlo de aquella ensoñación, abrió sus ojos y vió el techo blanco. los recuerdos de la noche pasada lo invadieron y en el momento en el que su cuerpo fué consciente de que el calor de su ángel no lo rodeaba fué que entró en pánico, se levantó aun en su desnudez y observó el lugar en donde la había apresado entre sus brazos, estaba vacío y frío, sus peores miedos lo inundaron.

-¡Rebecca! ¡Rebecca!.—Gritó desesperado, sus manos temblaban y su respiración parecía quemar su interior. estaba a punto de entrar en un ataque de pánico, casi como en aquella época cuando Sheila había desaparecido.

Gabriel escuchó el sonido de la puerta del baño abrirse y su corazón pareció flotar de lo aliviado que se sentía al verla ahí, parada mirándolo con sorpresa en sus ojos verdes.

-¿Qué pasa? ¿Estás bien?.—Preguntó preocupada, mientras dejaba a un lado la toalla con la que se secaba el largo cabello húmedo y se alisaba el suéter crema que traía enmarañado a medio camino de cubrir la cremosa piel de su cintura.

El Ifriqia no dijo nada, solo se acercó a ella y la abrazó como si no la hubiera visto en años.

-¿Por qué no estabas?.—Le preguntó con un tono resentido, ella lo observó a los ojos y aunque pudo ver aquel brillo diferente en su mirada, aun había amor. ella sonrió un poco mientras le acariciaba el rostro tranquilizándolo.

-Solo fuí a darme un baño.—Contestó la Eneriz.— Se que fuí muy lejos, pero debes entender.—Se burló con gracia, Gabriel sonrió, hacia mucho que no veía aquella sonrisa juguetona, la había extrañado.

-Debes avisarme si vas a algún lado, no me gusta que me abandonen.—Reprochó y ella asintió.

-¿Irás hoy a la oficina?.—Le preguntó Rebecca.

Gabriel lo pensó unos instantes, realmente no quería. deseaba quedarse con ella para siempre encerrados en esa habitación, pero tenía, no, debía ir.

-Debo ir, tengo una reunión importante.—Contestó en tono aburrido.

La Eneriz pareció pensar unos momentos y luego volvió a mirarlo

–¿Puedo ir contigo?.—Preguntó con un tono de suplica.

-No ángel, debes descansar.—Le pidió su esposo. Esta vez no era su lado posesivo hablando, ella debía guardar reposo. así se lo había indicado su médico, y además quería que descansará lo suficiente antes de la intervención para que le sacaran al… eso. No quería llamarlo como realmente era, porque en el momento en el que aquellas palabras cobrarán significado en él, la culpa lo mataría.

Ella negó con la cabeza.

-No quiero, llévame contigo Prometo portarme bien y esperarte.—Gabriel iba a negarse de nuevo pero ella continúo.— Si quieres puedes pedirle a Neil que venga conmigo, o a los guardaespaldas.—Insistió ella.

No debía, pero su rostro de petición casi infantil lo dejaba débil.

-¿Pero prometes no hacer una de tus locuras y quedarte quietecita?.—Preguntó, ella asintió y con un suspiro Gabriel aceptó.

La Eneriz le dió un ligero beso antes de perderse en el armario buscando algo que usar.

Gabriel tenía su mano firmemente agarrada a la suya, no quería separarse de ella, y al parecer Rebecca tampoco de él, de vez en cuando veía la curiosidad impregnada en su mirada, y algunas otras veces la veía perdida y pensativa. en cierta forma aquello le molestaba, porque era como tenerla cerca y lejos al mismo tiempo. Que egoísta era.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora