Capítulo 23

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Rebecca.

Se maldijo mil veces por haber sucumbido ante su inseguridad y haberle preguntado aquello a él, su reacción le sorprendió y Rebecca quedó en blanco ante su mirada furiosa. Quiso disculparse, pero sentía que aquello no sería adecuado, lo mejor sería aclarar las cosas, aunque eso significará confesar que se había enamorado perdidamente de él.

¿Me aceptaría o me rechazaría?

Si Gabriel quería podría cambiarla por cualquier otra mujer… y eso dolía… mucho, tanto que en esos momentos, sintiendo su tacto en su rostro apretar ofuscado y molesto quería desbordarse en llanto, por él, por ella, por como se había vuelto su vida en esos momentos, porque le aterraba que Gabriel la abandonará, ya no le pertenecía. era una avecilla como había dicho su padre… pero una avecilla domesticada. 

No quiero vivir así... Pero no quiero dejarlo solo.

Iba a hacerlo, iba a confesarse y que fuera lo que fuera.

Un fuerte escándalo afuera de la oficina de Gabriel la distrajo y antes de que pudiera reponerle y enfocarse nuevamente en él, sintió el fuerte empuje que la hacía a un lado de forma brusca, observó con temor como se alejaba. caminó dos pasos hacia él extendiendo su mano como si Gabriel fuera agua en el desierto, pero vió como Edward se presentaba delante de ella, sus ojos de pino azul parecían consternados, preocupados, molestos… era raro.

Dijo su nombre en voz alta y vió como la presencia del Ifriqia se acercaba desde atrás de Edward, prometiéndole sufrimiento, Rebecca se encogió en su lugar, de pronto era pequeña y Gabriel era enorme y aun así necesitaba resguardarse bajo su pecho. resonó en su mente aquella frase que le había dicho. 

Cuando un demonio profana a un ángel, ya no hay vuelta atrás, estarás marcada por sus manos de por vida.

En ese momento no había comprendido a lo que se había referido, pero ahora lo sabía Gabriel se había convertido en su demonio, aquel que se había adueñado de su alma y a lo que Rebecca tontamente accedió engañada por su magnetismo. Ya no había salida, porque era suya, su prisionera, que aunque la liberarán volvería con su captor.

-¿¡Como te atreves a entrar de esa forma a mi oficina!?.—El grito de Gabriel resonó como eco en toda la oficina, Rebecca sintió varias miradas tanto de mujeres como de hombres. 

más mujeres.

En las enormes puertas de la oficina, mirando curiosos la escena.

Al poco rato Céline se encontraba casi votando a todos los espectadores fuera y cerrando las puertas para dejarles lo poco de privacidad que les quedaba.

-Solo quería asegurarme de algo.—Respondió Edward sin quitarle la vista de encima a Rebecca.

-Si me vas a responder… ¡Debes mirarme a los ojos!.—Contraatacó Gabriel, tomando a Edward del hombro y cortando la conexión entre su mirada y la de Edward.

-Te prohíbo, óyeme bien ¡Te prohíbo que la mires directamente!.—Sentenció furioso el pelinegro.

-Gabriel… ¿¡Acaso te crees que estamos en el periodo del Edo!? ¿En qué siglo crees que vivimos? ¿Porque no puedo mirar a Rebecca? es un país libre y ella no es un objeto que te pertenece.—Respondió Edward.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora