Capítulo 55

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Gabriel.

Un olor a antiséptico y hierro lo despertó. Sentía la cabeza darle vueltas y una intensa luz lo cegó por un momento, antes de poder adaptarse a esta y ver una lámpara colgante casi encima de su cabeza. Gabriel intentó moverse pero se dió cuenta que no podía, estaba acostado en una cama, sus brazos y piernas estaban atados a una base de metal. Su cabeza daba tantas vueltas que giró y vomitó. Ahora estaba atado, en un lugar desconocido, y con vomito sobre su hombro.

-Al fin despiertas.—El Ifriqia giró su cabeza y cerró los ojos ante las nuevas luces que se encendieron y sintió asco por su vomito.

-¿Quien...?.—su voz sonó como un graznido y al verla acercarse pudo al fin distinguir a la persona que más odiaba.—¿Janeth?

-Has vomitado espera, déjame limpiar.—Sus ojos al fin empezaban a adaptarse y ella limpió su hombro y la cama con un paño húmedo.—Listo, debes estar hambriento. Te he traído algunas cosas.

-¿Dónde estoy? ¿Y qué demonios haces aquí? ¿Marcus tiene que ver en esto?.—fué lo primero que se le pasó por la cabeza, pero la expresión amarga de la Bellamy mientras se quitaba aquella peluca castaña le dijo lo equivocado que estaba.

-Mi tío no tiene nada que ver, pero estoy segura que bien pudo haberle encantado hacerlo. ¿Agua?.—Gabriel aceptó, deseando quitarse la horrible sensación amarga y pastosa de la boca.

-Entonces ¿qué hago aquí? ¿Tú qué haces aquí?.—Preguntó obviamente molesto intentando controlarse.

-Gabriel piensa un poco, ¿No crees que es demasiado obvio? Pero quizás aun sigas mareado por el cloroformo así que te perdono.—El Ifriqia se tomó un momento para poder poner en orden sus ideas y responder.

-Tú eres quien ha mandado esos chocolates, la carta con sangre y el gato.—Cuestionó más que preguntarle, deseaba estar seguro.

-Así es. ¡Solo yo puedo estar contigo!.—Exclamó con entusiasmo para sentarse a su lado en el hueco que dejaba su cuerpo en la cama.

-¿Por qué? ¿Por qué toda esa pantomima? ¿¡Porque hasta ahora apareces!?.—Gritó Gabriel viendo con repulsión y asco el rostro deformado y lleno de cicatrices de quemaduras de ella.

Así que después de todo sobrevivió al incendio.

Pensó Gabriel con lastima.

-Sencillo, Todo lo he hecho por ti mi amor, o quizás te guste más que te diga asesino.—Gabriel quiso estrangularla. Pero sintió que sus muñecas se lastimaron con el brusco movimiento y Janeth se burló.—No, no niño malo no hagas eso.

-Hiciste lo de la llamada a mi esposa, lo del gato de Céline en el estacionamiento y lo del quiché.—Aseguró Gabriel con repulsión y asco viéndola seriamente.

-Esa estúpida de cabello naranja se lo merecía. De seguro siempre ha sido una perra en tu vida desde que apareció. Pero era una perra sarnosa por acercarse a ti.—Gabriel ocultó la sorpresa y su ira de verla expresarse así de su ángel, pero la conocía muy bien y sabía que no debía alterarse.

-Bien, ¿pero porque llamarla?.—Preguntó Gabriel aparentemente tranquilo.

-Es una peste. Lo de la llamada solo fué una broma que estuvo a punto de funcionar. Quería que se alterará tanto para que perdiera al bastardo que lleva en el vientre, ¡Pero tú estúpido mayordomo y su maldita suerte lo arruinaron todo! Me hubiese gustado verla sangrar en el suelo.—Gabriel apretó la mandíbula con fuerza, estaba seguro que si lograba soltarse la mataría.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora