Capítulo 42

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Edward.

Escuchó el sonido del agua al hacer ebullición, el aire se llenó del aroma del café recién hecho. tomó una de las tazas de la alacena y sirvió el revitalizante líquido al que ya se había acostumbrado a beber siempre, era lo único que lo mantenía en sus cinco sentidos. nunca había podido dormir lo que normalmente un ser humano normal debía, y para no entrar en un estado miserable el café ayudaba bastante.

Escuchó las pisadas suaves en la sala, por un momento recordó que no estaba solo como siempre lo había estado, ella estaba ahí. esperándolo, preocupada y pensativa, pero esperándolo después de todo, tomó la taza de café que esta vez no estaba destinada para él y salió de la cocina rumbo a ella.

-Rebecca.—La llamó, la pobre dió un pequeño salto en su sitio y lo miró sorprendida y aliviada.

-Me asustaste.—Respondió con aquella sonrisa apagada que le había visto desde que se fueron de aquel parque.

-Discúlpame no era mi intención.—Respondió Edward mientras se acercaba a ella, aunque se veía agotada físicamente y más delgada desde la última vez que la vió, seguía viéndose hermosa. Ella se alejó muy despacio del balcón, parecía haberse perdido en la vista, estaban a una altura considerable, su departamento quedaba en el último piso. un Penthouse en toda regla, no había rastros del sol, el cielo estaba nublado y cada tanto llovía copiosamente.

-Ten, está caliente.—Le advirtió al pasarle la taza de café, ella lo tomó con delicadeza. frunció un poco el ceño al ver el líquido en su taza, observó a Edward como si hubiera descubierto en algo. sonrió e intentó llevarse el café a los labios pero apenas lo acercó a ella una arcada la impulsó hacia adelante logrando que parte del líquido caliente se derramará en su mano. Edward instantáneamente le arrebató la taza y la lanzó lejos, se había asustado, le había pasado algo justo ante sus ojos y no pudo evitarlo. después de toda una vida siendo responsable solo de él, se había dado cuenta la horrible sensación de ver lastimarse a alguien que quieres y que se encuentra bajo tu cuidado.

-¡Que descuidada eres!.—Dijo alzando la voz al ver como la suave piel pálida de la muñeca de Rebecca y parte de su mano comenzaba a enrojecer, rápidamente se alejó hacia la cocina y tomando un paño que mojó al instante corrió nuevamente hacia ella, colocó la fresca tela sobre la quemadura y respiró un poco más aliviado, desvió sus ojos hacia los suyos y la vió sorprendida y con una sonrisa incrédula en el rostro.

-Nunca te oí alzando tanto la voz.—Le dijo ella con esa vocecilla animada, hacia mucho que no le escuchaba ese tono.

-Discúlpame.—Contestó él.—No me agrada que te lastimes.—Ella asintió nuevamente con ese gesto pensativo, su cabecita terca parecía pensar a mil por hora.

-¿Me dirás lo que estas pensando?.—Preguntó Edward mientras se dirigía al baño de invitados en donde sacó rápidamente el botiquín, la miró profundamente a su regreso. nuevamente estaba confundida, como quería que dejara de sentirse así, y volver a ver ese brillo incandescente que siempre la rodeaba.

-Pienso…—Contestó ella de forma insegura.—Pienso a donde debería ir ahora.—Culminó.

-Quédate aquí.—Le pidió él, Realmente quería que lo hiciera, nada le faltaría si por él fuera.

-No creo que deba.—Contestó la Eneriz.

-Acepta Rebecca, sé que por el momento no quieres volver con él.—Le dijo mientras le aplicaba una crema en la lesión y la vendaba hábilmente.—Puedes confiar en mí, siempre.—Le aseguró Edward tratando de pasarle toda la seguridad que tenía en él.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora