Rebecca.
se revolvía molesta dentro del auto, aun no podía creer que había sido encerrada tan fácilmente como una tonta, intento varias veces abrir las puertas, pero estaban aseguradas, busco como abrirla de cualquier forma posible, y se maldijo por ser tan torpe y no conocer de autos, además de que ese era un auto demasiado moderno y complicado para una persona que a lo único que se había subido en toda su vida fuera al transporte público. Se abofeteó mentalmente por su incompetencia.
Después de estarse quieta por un tiempo, pensando que hacer se recordó a ella misma que necesitaba urgentemente un celular a pesar de que nunca le llamó la atención ningún tipo de tecnología debía, no necesitaba comprarse uno. Al final se cansó de esperar allí, ya le estaba incomodando así que de la rabia empezó a darle patadas a la puerta del auto, pero era inútil y aunque grito varias veces con todo lo que le diera su voz nadie la escuchaba, además de que el estacionamiento de ese edificio estaba desolado, la única persona que había visto allí cuando ese psicópata de ojos azules la jaloneaba hasta ahí, fue al guardia, pero como llamar su atención si sus gritos apenas se escuchaban, es como si hubieran hecho ese auto a prueba de ruidos.
Después de hacer su berrinche personal, se le ocurrió una magnífica idea, se trasladó de la parte de atrás del auto al asiento del piloto y decididamente apretó la bocina varias veces seguidas, sin parar, lo más seguro era que el guardia vendría corriendo al pensar que algo andaba mal.
No paso mucho tiempo para que este se hiciera presente, se acerco al carro, tratando de divisar lo que ocurría dentro, pero al ser los vidrios polarizados no pudo ver nada, apenas y oía una pequeña voz salir de adentro, trato de abrir el auto pero estaba cerrado, así que decidió ver la matricula para saber quién era el dueño y así reportar lo sucedido, pero al fijarse bien se dio cuenta al instante a quien pertenecía ese vehículo, su tez se torno pálida cuando se le vino a la mente el rostro siempre frio y molesto del presidente de la empresa. Aunque era su deber reportar lo que sucedía, tuvo miedo de meterse en problemas si intentaba algo, ya que recordó como el presidente había ingresado al estacionamiento trayendo consigo a una joven bastante cubierta, supuso en esos momentos que si estaba toda cubierta debía ser un secreto, y ya que el presidente nunca traía consigo una acompañante, ella debía ser alguna especie de amante secreta. La idea no le parecía descabellada, ya sabía que los millonarios acostumbraban esconder a sus amantes o novias de paso, y de seguro esa joven era una de ellas.
Dió media vuelta, nervioso e indeciso por la decisión que acababa de tomar, no reportaría nada, se haría como el que no vio ni escucho nada, y así fue como la única ayuda con la que podría contar Rebecca desapareció.
A ella se le iluminó la cara cuando vió que su plan había tenido éxito al ver acercarse al guardia, vió que intentó abrir la puerta, mientras ella gritaba con más energía para que él la escuchará, pero de un momento a otro vió la cara pálida del pequeño hombre que se veía completamente atemorizado para luego darse vuelta e irse de allí. Ella no podía creer la mala suerte que tenía, hizo más escándalo con la bocina, pero el guardia nunca volvió.
Rebecca realmente detestaba estar encerrada, todavía recordaba aquella vez cuando su hermana tuvo que irse a un retiro de la escuela por dos días y ella se quedó al cuidado de su padre cuando solo tenía cinco años, su padre salió por la noche diciendo que volvería pronto, que tenía que reunirse con unos amigos, pero no regresó. Ella lo esperó toda la noche, asustada, quiso salir de allí pero se dió cuenta de que la había dejado encerrada, tal vez para su seguridad, pero ella sentía que se asfixiaba, lloró prácticamente toda la noche llamando entre llantos a su madre. Cuando había amanecido, ella que después de llorar casi toda la noche quedó rendida y cayó dormida en medio de la sala cerca de la puerta principal esperando que apareciera su padre; escuchó como alguien insertaba la llave en la puerta y la abría muy lentamente, ella se paró bruscamente asustada, mientras no perdía la vista de la puerta, hasta que vio a su hermana entrar.
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Mi forma de amarte [TERMINADA]
Novela JuvenilYo no soy un hombre de romance, flores y poemas. Mi forma de amar es cruel pero te aseguro mi ángel, que es la forma más hermosa de amarte.