Capítulo 63

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Gabriel.

Elizabeth observaba las manos de su padre con ojos amplios y con una sonrisa a punto de reventar en su pequeña carita.

Ella no entendía porque a su papi le gustaba hacer aquella cosa con sus manos pero cierto era que la divertía enormemente cada que se ocultaba detrás de ellas.

-Pica...Pica....—La niña comenzó a agitarse en su mecedora, intentanto huir de lo que ella sabia se aproximaba.—¡Picaaabuuu!.—Gritó Gabriel, apartando las manos de su rostro cubierto y saltando a besar y hacerle cosquillas en el estómago mientras ella reía a carcajada suelta.

-Dmbrrr.—Balbuceó hasta hacer que burbujitas se asomaran por sus rosados labios, haciendo que los de Gabriel se curvaran hacia arriba, completamente hipnotizado con su hija. Elizabeth era una de las cosas más bellas que le habían podido pasar en la vida. Incluyendo noches sin dormir, cambio de pañales, cuarentena luego del parto.

 la cual había sido lo peor de todo.

Todo ello valía la pena cuando veía aquellos ojos tan iguales a los de su esposa, llenos de vida y de luz y de los cuales él se encargaría que jamás desaparecieran de ellos.

Un ruido en el pasillo lo hizo girar la cabeza para ver una pequeña sombra pasar camino a algún lugar fuera de la sala de juegos. Su sonrisa se ensanchó aun más al pensar en su selección de palabras. Cuan cierto era que los hijos cambiaban enormemente la forma de ver las cosas y de pensar.

-¿Neil? ¿Que estas haciendo?.—Preguntó Gabriel cuando lo vió reaparecer en la habitación y cargar su tren azul de los rieles y el helicóptero a control remoto que se encontraba cerca de donde él estaba sentado con elizabeth en la alfombra.

-Estondo mis juguetes.—contestó el pequeño como si nada, acomodando los objetos en sus manos para que no se le resbalaran.

-¿Por que los escondes?.—El Ifriqia frunció el ceño, curioso.

-Podqe son míos.—se encogió de hombros el niño. 

Una respuesta sencilla y muy al estilo Ifriqia, pensó en secreto su padre.

-Si Neil son tuyos pero los debes compartir. Sheila vendrá a jugar contigo y Elizabeth y debes prestarle tus juguetes.—Razonó el adulto, tomando a elizabeth de la mecedora y sentándola en su regazo. La niña se estiró por un cubo de colores brillantes que estaba junto a ella y fué a parar directo a su boca.

-Tu no tompastes.—Lo acusó el niño muy serio. Sus pequeñas cejas doradas juntándose justo en medio de su cara. Rebecca le decía siempre que era su viva copia cuando hacia tal gesto.

-¿Eh?.—imitó su entrecejo fruncido. Descifrar el habla de los pequeños no era un trabajo sencillo para los padres.

-Tu no tompastes.—Repitió Neil sin quitarle la mirada.—No tompastes a mami.—Las cejas de Gabriel se dispararon hacia arriba en claro entendimiento. Estaba siendo acusado por su hijo de 3 años y no sabia si reírse o derretirse de ternura.

-Claro que comparto a mami.—Contestó casi ofendido, quitándole a elizabeth el cubo de la boca. La niña se quejó con un gritito, moviendo los brazos en alto y haciendo pucheros, cosa que hizo a su padre regresarselo inmediatamente.

Mi forma de amarte [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora