Falling

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—Mamá contesta...—murmuré desesperada mientras esperaba a que contestara la llamada que le hacía camino a la casa de Luke.

—Hijita, lo siento...—respondió casi que al ultimo minuto.

—¿Estás ejercitándote?.—pregunté porque su voz se escuchaba agitada.

—Mas o menos.—soltó una pequeña risita.

—Heather...no me digas que...—escuché una voz masculina al fondo, llamándola por un apodo excesivamente pegajoso y me eché a reír.—Oh por dios mamá, ¿estás con un hombre?.

—Es una larga historia...pero sí, estoy saliendo con alguien y esperaba el momento justo para decirles pero...bueno.—reí de nuevo y negué con la cabeza.

—Me muero por conocerlo.—sonreí al escuchar su risa de nuevo,se escuchaba feliz.—En fin, no quiero quitarte más tiempo sólo te llamaba porque necesito que me cubras...le dije a Mike que iría a recogerte pero en realidad voy a otro lugar.

—¿Estás engañándolo?

—No...—suspiré cerrando los ojos por unos segundos.—Es una larga historia, por favor, si no fuera importante no te molestaría.

—Tranquila hijita, yo te cubro.

—Gracias, Te amo.

—Te amo...no inventes demasiado y usa protección.—puse los ojos en blanco y colgué la llamada.

La casa de Luke quedaba a unos treinta minutos de la mía, normalmente me tomaría unos quince en llegar a la casa de mi madre y volver a mi casa en las colinas así que tenía que idear una buena y gigantesca mentira para explicarle a Mike porque me tardé tanto.

Pero no pensaría en eso ahora.

Me estacioné en la entrada de su casa junto a su camioneta y al bajarme de mi auto me di cuenta de que no había movido su camioneta en días porque tenía un montón de hojas secas encima.

Saqué las llaves de su casa que guardaba en mi bolso pero no las necesité porque la puerta no tenía seguro. Logré entrar sin ningún problema y de inmediato percibí la casa pesada, todas las cortinas estaban abajo y la luz natural que caracterizaba aquel hermoso lugar había sido bloqueada.

Los perros fueron los primeros en venir a recibirme, tenían un desastre en la cocina. Una bolsa entera de croquetas vaciada sobre sus platos, no tenían agua y el piso estaba todo orinado.

—Oh por dios...—mascullé mirando aquel desastre cuando encendí las luces de la cocina.

Se notaba que ni siquiera había limpiado en días, el fregador estaba lleno de platos, habían hoyas por todas partes, botellas de soda y cajas de galletas rebosaban la papelera.

Le puse agua a los perritos y les abrí la puerta trasera para que salieran a tomar un poco de aire fresco porque quien sabe desde cuando Luke no los sacaba a pasear.

Escuché la televisión en la parte de arriba y subí las escaleras lentamente, temerosa de lo que pudiera encontrarme. La puerta de su habitación estaba entreabierta. Se veía oscura a pesar de que eran apenas las tres de la tarde.

Entré al fin y lo único que iluminaba la habitación era la luz de la televisión porque todas las cortinas estaban cerradas. Vi un bulto en la cama y sólo cuando me acerqué lo suficiente pude comprobar que era él porque a simple vista parecía un montón de sabanas enmarañadas.

Estaba boca bajo, durmiendo plácidamente, su cabello se veía más largo y su barba más frondosa. Parecía un ermitaño, me rompía el corazón verlo así. Me acerqué un poco más hasta acariciarle el cabello con suavidad para intentar despertarlo.

𝐶𝑜𝑛𝑓𝑒𝑠𝑠𝑖𝑜𝑛𝑠 𝑂𝑓 𝑀𝑦 𝐵𝑟𝑜𝑘𝑒𝑛 𝐻𝑒𝑎𝑟𝑡 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora