Mrs. Hemmings

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En la sala de espera aun estaba Stacy, se había quedado dormida en dos sillas currucada en si misma, se veía demasiado incomodada pero no quería despertarla.

Tommy fue quien se encargó de hacerlo, dándole una palmadita por las mejillas haciendo que Stacy se sobresaltara dejando a Tommy muerto de la risa.

—Soñé que uno de los enanitos de blanca nieves me dio una cachetada.—reí al escuchar eso y Tommy se le subió encima para abrazarla.—Hola mi moustrito.—le dio un par de besitos.

—¿Y tú mamá?.—pregunté sentándome junto a ella.

—Lleva toda la mañana con Luke. Nunca la había visto tan mal ni siquiera cuando estuvo en prisión.

—No puedo ni imaginar todo lo que debe estar sintiendo.—miré a Tommy y suspiré acariciándole el cabello.—No sé como decirle a él lo que sucede, no quiero dañarlo con sentamientos negativos...

—Sólo dile que está dormido y que le hable, quizás si escucha la voz de Tommy...despierte.

—No sé si quiero que despierte ahora.—confesé bajando la cara y Stacy se me quedó viendo.—Hay gente allá afuera que lo quiere lastimar y sé que si despierta lo primero que hará será buscar al que le hizo esto y yo no podría soportarlo...

—Mamá me dijo que fue un robo pero yo sé que no es lo que pasó.—negó apoyando la cabeza de la pared.—Mi mamá no se da cuenta de que ya crecí y que tengo derecho a saber la verdad de todo por muy crudas que sean.

—Ella no lo hace por un mal para ti, Stais...si las madres tuviéramos el poder de alejar la maldad de nuestros hijos seriamos felices. Pero eso es imposible y nos queda decirles mentiras blancas para que no se asusten, para que vean el mundo de una manera diferente.

—Pero no es justo...—negó manteniendo los ojos cerrados.

—El mundo tampoco lo es y mientras podamos protegerlos de todo, lo haremos.—besé un lado de su cabeza y cargué a Tommy dejándolo sobre mi regazo.—Si quieres dile a tu mamá que vayan a casa a descansar y yo me quedo con él, podemos hacer turnos...—asintió sencandose las pocas lagrimas que alcanzó a derramar y se levantó de la silla.

—Necesito dormir...lejos de moustritos que me atacan mientras lo hago.—le hizo cosquillas a Tommy y soltó una linda carcajada que me hizo reír a mi también.

Al rato, Liz salió junto a Stacy de la habitación en donde tenían a Luke y su mirada se iluminó al ver a Tommy. Lo cargó para estrecharlo contra sus brazos y Tommy se encargó de darle besos logrando que Liz sonriera.

—Es como ver a Luke pequeño...—musitó mientras observaba a mi hijo y sonrió entregándomelo a mi de nuevo.—Aunque era más cariñoso, imagínate.

—¿Más?.—la miré sorprendida y ella asintió con una sonrisa.

—Nunca se quería bajar de mis brazos, comencé a sufrir de la cadera por soportar todo el día su peso.—se echó a reír.—me daba besitos todo el tiempo y cuando aprendió a escribir lo primero que me escribió fue un te amo.—sonrió con melancólica.—Era el niño más dulce.

No pude más y la abracé, dándole todo mi apoyo como siempre lo había hecho. Esta vez logré entenderla un poco más porque podía sentir su dolor, si a mi hijo llegara a pasarle algo no creo que pudiera vivir para llorar porque el dolor iba a terminar conmigo.

—Ve a descansar, yo cuidaré de él, se lo prometí hace años y mantengo mi palabra.

—Eres especial Venus y me alegra saber que él te tiene a ti.

—Para siempre, así que váyase acostumbrado a ver mi cara en las reuniones familiares porque pronto seré la señora de Hemmings y su hijo estará oficialmente amarrado.—le mostré mi anillo y me eché a reír al ver las caras de ambas completamente atónitas.

𝐶𝑜𝑛𝑓𝑒𝑠𝑠𝑖𝑜𝑛𝑠 𝑂𝑓 𝑀𝑦 𝐵𝑟𝑜𝑘𝑒𝑛 𝐻𝑒𝑎𝑟𝑡 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora