La La Land

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Cuatro años después

—Y fin.—cerré el libro y los miré a los dos.

—¿Ya?.—dijo Tommy negando.—¿Qué más pasó mami?.

—Sí, ¿qué nombre le pusieron a la bebé?.

—Pues, la sirena y el príncipe tuvieron una hermosa bebé, de cabellos dorados como los rayos del sol y le pusieron Savannah.

—¿Cómo yo?.—dijo ella totalmente sorprendida y asentí.

—Sí como tú.—me acerqué para darle un beso en la carita.—Ya hay que dormir.—Cargué a Savannah y acomodé a Tommy en su cama, cubriéndolo bajo sus mantas.

—¿Pero que más pasó con ellos, mami?.—volvió a preguntar Tommy y Savannah me miró atenta mientras se metía su pulgar en la boca.

—Pues, la sirena esperó a que su pequeña hija cumpliera un añito y consiguió entrar en la universidad.—asentí y Tommy arrugó la frente.—Y el príncipe cuidaba de los niños mientras ella iba a estudiar para convertirse en la reina del mar.

—¿Hay que estudiar para ser la reina del mar?.—cuestionó mi hijo confundido.

—Claro. En el fondo del mar hay reglas, como aquí...lo importante es seguir tus sueños, siempre.—me incliné para darle un beso.—Descansa.—le encendí su lámpara de animalitos que estaba junto a su cama pero el negó.

—Dejala apagada, mami.

—¿Seguro?.—asintió abrazando su peluche.—Bien, dejaré la puerta abierta de mi cuarto por si te da miedo.—sonreí y le di otro besito.—Despídete de tu hermanito.

—Adios.—se sacó el dedito de la boca para despedirlo con la mano.

—Adios, Savannah.—Tommy le sonrió.

Le dejé la puerta entre abierta con las luz del pasillo encendida y caminé a la habitación de Savannah con ella en mis brazos.

—¿A Tommy no le da miedo la oscuridad?.

—Un poquito.—la acosté en su cama abrigándola y le acomodé todos sus peluches y sus muñecas a su alrededor como a ella tanto le gustaba dormir.—¿Así está bien?.

—Sí.—me miró con una sonrisa.—Te quiero mami eres la mejor mami sirena.—reí sentándome junto a ella y le di un beso en el cabello.

—Yo también te quiero mucho mi niña preciosa.—escuchamos el sonido de unas ballenas afuera y Savannah me miró asombrada.—¿Escuchaste?.—asintió rápido.

—Son tus amigas, sirenas.—dijo emocionada y trató de levantarse para ver por la ventana pero la detuve.

—No, recuerda que si las vemos se espantan y no vienen más.—asintió mirándome y volvió a su cama.—Duermete, ¿sí?.—le di tantos besos como pude y le encendí su lampara.—Buenas noches, mi amor.

—Buenas noches, mami.—sonreí mirándola por ultima vez y dejé su puerta entre abierta también.

Cuando bajé las escaleras hasta el patio trasero, ahí estaba Luke con las bocinas conectadas a su teléfono, como todas las noches y reí cuando nos vimos.

—¿Le gustó?.—asentí cruzándome de brazos.—Mañana le pondré la canción de Moana para que crea que las sirenas cantan como Moana.—reí de nuevo y lo abracé por el cuello besando sus labios.

—Te va a descubrir.

—¿Y si te ponemos a ti una cola de sirena y te sentamos en una roca?

—Puede ser...—asentí mientras besaba sus labios.—Amo tu nuevo look.—sonreí acariciando su cabello.—Pareces Brad Pitt en you meet Joe Black.

𝐶𝑜𝑛𝑓𝑒𝑠𝑠𝑖𝑜𝑛𝑠 𝑂𝑓 𝑀𝑦 𝐵𝑟𝑜𝑘𝑒𝑛 𝐻𝑒𝑎𝑟𝑡 | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora