-Vamos Vicente, dame un poco, glotón.-Protesté intentando quitarle un poco del aguachile que estaba desayunando, pero éste se volvió a cubrir con los brazos.
-Mira nada más, una pasa ocho años en gringolandia y ya hasta se olvida de hablar en mexicano.
-Lo mejor que podrías hacer es imitar a tu hermana, Serafín, que por lo visto no sirvió para nada el tiempo que pasaste allí tu también.-Se quejó mi madre. Le sonreí burlona a Serafín quien nos miró desconcertado.
-¿Cómo puede ser que te guste comer esa porquería, cochina?
Exhalé aire y cerré fuertemente mis párpados al oír la voz de Iván dirigirse hacia mí justo cuando me servía, o mejor dicho lograba robarle un poco de aguachile a mi medio hermano. Terminé de meterme el bocado a mi boca, degusté la delicia que tanto había extrañado y luego de tragar, me giré para responderle, mientras éste se acomodaba mejor en su silla, a dos lugares del mío, afortunadamente Vicente nos separaba y los demás esperaban atentos a mi contraataque, chismosos.
-Por lo menos yo no guardo los calzones de una vieja en un estuche en mi carro.-Mi papá se atragantó con su jugo a la vez que se reía y sus dos hermanos abrieron los ojos y boca como platos quedando estáticos en su lugar.-¿Quién es el cochino ahora, Iván?
-En mi defensa, estaban limpios-Comentó sin inmutarse. Yesenia hizo una arcada enfrente nuestro haciéndome reír.
-Y claro, si los debes usar por la noche.-Le estiré mi mano para chocar los cinco con Ovidio.-Extrañaba unirnos para molestar, Ateneita.
-No me digas así.-Fue lo último que dije antes de concentrarme en robarle el desayuno a Vicente para luego salir a pasear por la finca con Nina, Josue, el cachorro y Yesenia.
°°°
-¡Nina, alto!-Grité intentando que se comportara y dejara de arrastrarme por donde a ella se le ocurriese-¡Yesenia, ayúdame! ¡Deja de reírte, bruta!-Intenté soltar el amarre que estúpidamente había hecho de la correa del arnés de Nina por el pasacintos de mi jean, aunque con la fuerza que hacía la tigresa, si no corría me arrastraría sin problemas.
A un costado del corral, estaban mis tres hermanos y los tres Chapitos, que en vez de siquiera dignarse a ayudarme, no hacían más que reírse o burlarse.
No hizo falta mucho tiempo para que mis piernas se dieran por vencidas y terminara cayendo rendida de rodillas. Fue recién cuando vieron como el animal me arrastró unos cuantos centímetros, casi metros diría yo, que se dejaron de oír sus carcajadas.
Unos segundos luego, la tigresa se detuvo. Dejó de correr, saltar y revolcarse para sentarse y olfatear al aire. Desaté lo más rápido que pude la correa de mí ropa y me arrastré sobre mis rodillas y codos para poder tirarme sobre el césped a respirar tranquila.
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A Veces | Iván Guzmán| TERMINADA
Fanfiction-A veces te amo, a veces te odio. Pero cuando te odio, es porque te amo.-Sentenció el hombre dejándose llevar por todos aquellos sentimientos que se habían contenido por tanto tiempo y terminó con los pocos centímetros que había entre ellos sellando...