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No sabía exactamente la hora o cuánto tiempo hacía que había estado dando vueltas una y otra vez en la cama, sin poder pegar un ojo y sin poder dejar de repasar una y otra vez el bendito video de Alfredo, las reacciones felices de Serafín y Vicent...

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No sabía exactamente la hora o cuánto tiempo hacía que había estado dando vueltas una y otra vez en la cama, sin poder pegar un ojo y sin poder dejar de repasar una y otra vez el bendito video de Alfredo, las reacciones felices de Serafín y Vicente festejando, como el dueño del vídeo corrió escaleras arriba librándose de toda culpa y los demás simplemente observaban neutros, otros sorprendidos y otros exageradamente espantados tapando los ojos de sus hijos.

No podía dejar de pensar e imaginar cómo esto me afectaría de ahora en más, lo que más me preocupaba era que mi padre se haga ilusiones falsas de cosas que no sucederían, como el quedarme en México.

Me arropé aún más con las sábanas al no tener conocimiento de quién había abierto lentamente la puerta de mi cuarto en mitad de la madrugada. Cerré mis ojos con fuerza y esperé a que no fuera nadie de mi familia, mis tres hermanos más precisamente, aunque al parecer me faltó rogar un poquito más y poner a alguien más en la lista.-¿Estás despierta?

-¿Qué quieres?-Susurré aun dándole la espalda.-Me estoy por dormir.

-No te creo.

Cerré mis ojos con fuerza cuando Iván encendió la luz de mi cuarto y se adentro a él cerrando la puerta detrás suyo.

-¿Qué quieres?-Volví a repetir esta vez sentándome en la cama.

-Tu computador.

-Tápate los ojos.

Con una sonrisa se dio media vuelta y llevó sus manos a sus ojos.-No sé para qué si te conozco completita y déjame decirte que sigues teniendo el cuerpo aniñado de dieci...

-Ya cállate, imbécil. No quiero que sepas dónde guardo el aparato-Aclaré abriendo silenciosamente la mesita de noche y sacando de allí mi laptop rosada, ya sentada en la cama, le permití voltearse.

-¿Qué haces?-Preguntó él cuando vio que volvía a acostarme en la cama.-Levántate y vamos afuera.

-No molestes, Iván, quiero dormir.-Musité apoyando mi rostro en la suave almohada, cerrando los ojos. Antes de volver a abrirlos de golpe cuando sentí como me jalaba por mis tobillos sacándome de la cama. Me aferré a la tela blanca intentando impedir su acción.-Ya déjame de molestar, Archivaldo. Que insoportable eres.-Dejé de luchar y patalear por la impresión que me generó el estar cabeza abajo cargada en el hombro de Iván. Abrí mis ojos desmesuradamente por el vértigo por lo que no tuve más opción que sostenerme de su espalda y camisa en un intento de aferrarme a él y no caer.

Al ver los escalones de la escalera sobre los pies de Archivaldo, cerré mis ojos y boca con fuerza, intentando controlarme y llevarme en contra de mi voluntad, fuera de la casa hasta los caminos rodeados por agua. Me sentó en uno de los camastros y tomé la anta más cercana tapándome hasta el cabeza otra vez.

Ya decidida a ayudarlo para que así me liberara rápidamente y tuviera más horas de sueño, saqué el computador de sus manos y abrí el archivo donde guardaba todo lo planeado para el rescate de Don Joaquín.-Comencemos.-Murmuré.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora