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Luego de que nos habíamos pasado más de medio día jugando y apostando grandes sumas de dinero, los cinco juntos, ganando menos de la mitad pero divirtiéndonos que era lo importante

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Luego de que nos habíamos pasado más de medio día jugando y apostando grandes sumas de dinero, los cinco juntos, ganando menos de la mitad pero divirtiéndonos que era lo importante.

Con una mueca de asco miré a mis cuatro amigos quienes se traían a mujeres que acababan de conocer, bajos sus brazos.

-Estas viejas al rancho no van.-Sentencié caminando hasta mi Mercedes y haciendo que ellos protestaran a mis espaldas. Bebí de la botella que habíamos comprado con Manuel y me subí al carro.

-Te alcanzamos luego entonces, Ateneita.

-¿Cómo piensan volverse?-Pregunté ya encendiendo el carro y viendo como las trocas con los hombres de papá hacían lo mismo.

-Luego vemos, traemos a nuestros hombres con nosotros.-Asentí intentando ignorar el hecho de que por perros detrás de simples buchonas no les interesara ni cómo regresar a donde se estaban quedando.

Sin prestarle mayor atención de la que debería comencé a conducir siguiendo a una de las camionetas que iba delante nuestro, apenas saliendo de la ciudad hice que aumentaran la velocidad para llegar más rápidamente a la finca de papá, debía volver a hacer mis maletas para mañana mismo mudarme al piso que había alquilado por un mes, el tiempo que esperaba mantenerme en México antes de volver a mi hogar en Estados Unidos. Luego de lo sucedido aquel día, el primer ataque de pánico que había tenido ya de adulta, había estado analizando el regresarme y seguir con mi vida como tenía pensado hacer desde antes que Ethan me terminara, no podía dejar que un hombre me desestabilizara y cambiara mis planes tam fácilmente.

°°°

Guardé la última prenda de mi ropa dentro de la maleta, la cerré y descansé mi espalda que había estado por mucho tiempo en una misma posición. Respiré el aire puro que sólo se podía sentir en la sierra, admirando la tranquilidad y paz que había en la mansión, hasta que el chapoteo en el agua de la piscina, a pocos metros en diagonal a mi balcón, hizo que mi atención se centrara en Iván.

Se encontraba sentado al borde de la alberca, con sus pantalones arremangados por sobre sus rodillas, admirando algo que acariciaba entre sus manos, encorvando su espalda y con la cabeza gacha, toda su atención la tomaba ese pequeño trozo de papel entre sus dedos cargados por sus anillos de oro.

Mordí mis labios evitando el pensamiento de querer ir a molestarlo o el pequeño hormigueo que me daba el querer saber qué era lo que lo mantenía tan pacífico, tan concentrado y tan débil, porque esa era la actitud que demostraba, el estar débil y hasta ¿triste?

No pudiéndome contener más, salí de mi cuarto, bajé las decenas de escalones de la escalera y salí hacia el jardín, llegando con suma cautela y silencio hasta la espalda de Archivaldo.

-¡¿Qué estás haciendo?!-Grité por sobre su hombro provocando que éste se asustara y en una reacción instintiva saltara sobre su lugar cayendo de pie a la piscina y soltando el papel que acariciaba con tanto sentimiento.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora