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Ocho meses después

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Ocho meses después..

-¡Rápido, necesitamos bolsas para una transfusión de sangre, el señor Guzmán se nos va!

Me levanté en chinga de la silla cuando tres enfermeros salieron de la segunda puerta que separaba el quirófano del pasillo que daba hacia la sala de espera donde nos encontrábamos todos. Esto no podía estar sucediendo en verdad.

Pasé mis manos por mi cabello evitando ver mis manos y brazos bañados en sangre al igual que mi blusa blanca teñida de rojo ahora mismo, mi pecho subía y bajaba y no podía controlar mis nervios.

-¿Qué sucedió?-Iván llegó escoltado y con Valeria llorando siendo consolada por Ivy, la novia de Ovidio.

-Nos estaban esperando, estábamos saliendo de La Tuna y un convoy nos esperaba listos para atacarnos, no nos quedó de otra que bajar y hacerles frente, después de todo les doblábamos en gente.-Iván asintió. Después de todo en estos últimos meses habíamos logrado recuperar tratos con socios que anteriormente tenían los Chapitos y les doblábamos en gente a mi padre y a cualquier otro Cártel enemigo.-Pero por algún motivo nos descuidamos y dos balas terminaron impactando en Alfredo sin que alguno de nuestros escoltas más cercanos o yo pudiéramos hacer algo más que huir para salvarle la vida y dejar a los demás allí.

Iván cerró con fuerza sus ojos llevando sus manos a su cintura y su mirada al techo. Si bien los ataques habían sido constantes de parte de mi padre, siempre habíamos logrado acabar con su gente y así ir derrotándolo cada vez más, sin embargo la única vez que lograron darnos un golpe fue ésta y metiéndose con lo más preciado para mi novio, su familia.

Me abracé al torso de Iván quien no pudo responderme y lo entendía. Los enfermeros de antes volvieron a pasar corriendo llevando con ellos cubetas médicas y Valeria volvió a soltarse en llanto, hacía menos de dos semanas, la muchacha de cara bonita que traía loco a mi cuñado, le había aceptado salir con él. Verdaderamente me daba pena por ella si algo llegaba a suceder, lo poco que pudimos compartir se los podía notar muy enamorados.


(...)


Las horas pasaban y nosotros no obteníamos respuestas, poco después que llegó Iván habían llegado mis hermanos en una clara intención de paz y para asegurarnos que lo que había sucedido, ellos no estaban al tanto y mucho menos de acuerdo si lo hubiesen estado, a pesar de que ellos se habían mantenido al lado de mi padre en lo laboral, nuestra relación familiar no había acabado y no se olvidaban que Alfredo había crecido y se había criado con ellos, y familia es la familia. Una regla que mi padre había roto.

Me acurruqué al cuerpo de Iván y seguí dejando besitos en su mandíbula, a la vez que él se recargaba en mi cabeza, cerraba sus ojos, suspiraba y rodeaba mi cuerpo con sus manos entrelazadas sobre mis hombros.

Serafín y Yesenia, que traía un pequeño bultito en sus brazos cubierto por una manta rosa, nos extendieron un vaso con café expreso a cada uno. Les agradecí en nombre de ambos y ellos sólo nos dieron una sonrisa con pena.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora