...Últimos tres capítulos...
Perdida, así me encontraba en estos momentos. Perdida en la belleza y profundidad de la mirada de Iván donde podía vagar por toda la eternidad si fuese necesario. Sus ojos con un brillo tan especial y bonita viéndome con la misma sonrisa espléndida que yo, una sonrisa que salía desde lo más profundo de nuestras almas, que no eran intencionales ni mucho menos forzadas, simplemente era nuestra manera de expresar lo que ésta situación nos hacía sentir.
—Les pido por favor a los novios que me presten atención unos breves segundos.—Acabamos con nuestra conexión de miradas y solté la mano de Iván para secar las pequeñas lágrimas de emoción mientras que el hombre encargado de unirnos tanto civil como espiritualmente seguía recitando las tradicionales palabras.
Hice mi mayor esfuerzo por no volver a ver a Iván, es que se encontraba tan bonito con su camisa perfectamente blanca y lisa, con sus pantalones de vestir y mocasines, sin mencionar el brillo que iluminaba su rostro que casi se me hacía inevitable no querer deleitarme con su imagen.
Volví a prestar atención cuando apretó nuestras manos levemente con una pequeña sonrisa sin verme, adivinando que no estaba atenta.
Sujeté con fuerza el arreglo con mis flores favoritas que eran mi ramo y respiré hondo.
—Iván Archivaldo Guzmán, ¿Aceptas a Atenea Zambada como esposa y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y amarla y respetarla todos los días de tu vida?
—Sí, acepto.—Respondió con voz firme y sentí mis piernas temblar hasta que oí la voz susurreante de Serafin.
—Ya se nos hizo. ¡Nos la sacamos de encima Vicente!
—Atenea Minerva Zambada ¿Aceptas a Iván Guzmán como esposo y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y amarla y respetarla todos los días de tu vida?
—Sí, acepto.
Con mis dedos aún temblando recibí la preciosa alianza que simbólicamente demostraba la unión sagrada entre mi ahora esposo y luego pasé yo el pequeño anillo de oro blanco por su dedo anular.
—Si alguien se opone a esta sagrada unión, que hable ahora o calle para siempre.
—¡Yo me opongo!—Cerré con fuerzas mis ojos pero rápidamente miré a Iván y lo fulminé con la mirada rogando porque no fuera ninguna sorpresita aquella voz afeminada que estaba arruinando mi momento tan especial.
—¡Te voy a matar Ovidio!—Me giré rápidamente cuando oí las carcajadas y vi a Iván desenfundar su arma.
—¡Santísimo Jehová por favor guarde eso señor Iván, en la casa del Señor no!—No pude evitar carcajearme cuando el hombre se horrorizó y detuve a Iván.
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A Veces | Iván Guzmán| TERMINADA
Hayran Kurgu-A veces te amo, a veces te odio. Pero cuando te odio, es porque te amo.-Sentenció el hombre dejándose llevar por todos aquellos sentimientos que se habían contenido por tanto tiempo y terminó con los pocos centímetros que había entre ellos sellando...