22

5.9K 319 89
                                    

Las horas pasaban y mis nervios y temor aumentaban a cada segundo que transcurría

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las horas pasaban y mis nervios y temor aumentaban a cada segundo que transcurría. Luego de haber intentado distraerme en la tarde en la cascada y que no funcionara, me había regresado sola en el carro de Pierre a la casa, a la espera de buenas noticias que me tranquilizaran sobre el paradero de Gerardo, por el bien de ambos.

-Tranquilízate cariño, te dará algo-Pronunció mamá acariciando mi cabello. Negué sin poder dejar de hacer tronar mis dedos y de mover una y otra vez, hacia arriba y abajo, mis pies.

-Es que mamá ¿Qué le pudo haber sucedido? Cuando desperté sólo estaba su camisa, el territorio está cuidado por ustedes y no vieron nada extraño.-Pasé mi mano por mi cabello una vez más en modo de frustración.

-Aquí tienes princesa, un te o un tequila para que te relajes.

-Mírenlo no más a Don Mayo. 

-¿Quién diría que sería el mucamo de su consentida?

-Cállense ustedes dos pendejos.-Papá fulminó con su mirada a Alfredo y Serafín.-¿Iván y Ovidio?

-Se desviaron para no sé dónde-Respondió Alfredo sentándose en el sofá frente al mío.

Papá intentó pasar un brazo por mis hombros pero lo corrí.-No me olvido que defendiste a la bastarda antes que a mí.-Contesté tajante.-¿No puedes poner a alguien a buscarlo, papá?-Hablé con un hilo de voz, ya no soportando las sensaciones que se arremolinaban dentro mío.-Mejor el tequila también.-Me estiré sobre la mesa y abrí la botella para empinármela directamente.

-Mis hombres están haciendo todo lo posible, pero se debe haber escondido muy bien ese wey.

-No, papá. Gerardo no se fue solo y es obvio.-Él rodó los ojos siguiendo a mi mamá quien a lo lejos, le hacía señas para que lo siguiera.

-¿Qué pruebas tienes para decir eso?-La voz de Iván sonó en la sala, justo cuando entraba con Ovidio detrás suyo. Afortunadamente, sólo éramos nosotros, sin la bastarda.-Que yo sepa o haya visto, sus trocas no están aquí.-Sonrió ampliamente intentando acercarse a tocar mi rostro sin romper con su postura recta e imponente, viéndome desde arriba.

Arrugué mi frente y nariz alejándome arisca a su toque.-¿Qué haces?

-Intento darte apoyo.-Habló con un tono burlón.-¿No puedo o también te enfadará?-Se sentó a un lado en el sofá, y el trío de chismosos se estiraron en el sofá de enfrente para poder oír lo que Archivaldo susurraba.-Digo, como andas abrazada y besando a tod...-Antes de que pudiera acabar con su frase, su rostro se volteó hacia un lado luego de la fuerte y sonora bofetada que le propiné.

-No vuelvas a llamarme o tratarme así, es mi cuerpo y le presto atención a quien se me venga en gana, que tu seas bien pendejo y naco como para que no te preste atención y eso te moleste, no es mi problema.-Respondí antes de tomar la taza con el té y subir las escaleras con dirección a mi cuarto, oyendo los aplausos de Serafín felicitándome.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora