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-Entonces ¿Dices que salieron en medio de la noche, sin seguridad y a caballo, a buscar al cantante que tú mismo secuestraste porque

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-Entonces ¿Dices que salieron en medio de la noche, sin seguridad y a caballo, a buscar al cantante que tú mismo secuestraste porque... te faltó el respeto y ahí mi hija tuvo un ataque? -Entreabrí mis ojos pudiendo ver como papá miraba de una mala forma a Iván, quien sólo estaba con su cabeza gacha, asintiendo y relatando lo sucedido horas atrás, supuse al ver la luz del sol entrar por mi balcón.-Si mi niña se llega a ir por tu culpa y la de su hermana, Iván, yo les aseguro que los pongo de seguridad privada de ellos o los cuelgo en la entrada de la hacienda.

-Despertaste cariño-Mamá besó mi frente tomando mis manos y sentándose a mí lado en la cama donde acababa de despertar.

 Fruncí el ceño recordando como anoche había comenzado a temblar y sudar en frío, sintiendo mi pecho cerrarse y la oscuridad de la noche sumergiéndome en ella.

-Nunca me había sucedido esto-Confesé sentándome en la cama.-Me imagino que ya liberaste a Gerardo.

Iván me vio apenado pero igualmente asintió.

-¿Quieren un momento a solas? Creo que deben hablar.-Mamá tomó el brazo de mi padre y lo jaló fuera del cuarto, luego de que este tirara un beso al aire en mi dirección.

Quite las arrugas de mi manta evitando la mirada de Iván y haciendo notar mi enfado y falso desinterés.

-¿Puedo sentarme?-Preguntó él haciendo un lugar a mis pies. Asentí y me reincorporé en la cama, viéndolo seria.-Lo siento ¿Sí? No fue mi intención.

-¿Con la excusa de que no sabía lo que hacía o no fue mi intención podríamos ir por el mundo haciendo lo que se nos de la gana y vamos a ser perdonados? No Iván.-Llevé mis rodillas a mi pecho.-Lo que más me sorprende es que cometas los mismo errores que hicieron con...

-Ya, Atenea. Sólo te pedí disculpas, tampoco como para que me juzgues.

-¡¿Y entonces cómo esperas que reaccione?! ¿Neta Archivaldo? Yo no te comprendo.-Respondí con histeria.

-¡No tienes que comprenderme! ¡Solo perdóname y ya!

Relajé mis hombros y apreté fuerte mis labios desviando nuestras miradas.

-Tienes razón, al fin y al cabo yo me largaré de aquí, te perdono.-Mi tono a pesar de estar cargado de ironía, pareció convencerlo.

-Pues ya te estás tardando.

Rodé los ojos y me estiré sobre la mesa de noche para ponerme mis anillos, pulseras y reloj.

-Luego no me anden extrañando con la bastarda.

Un silencio ensordecedor y molesto se formó entre nosotros mientras yo me ponía mis joyerías, me levanté de la cama y cuando estaba por entrar al baño su voz me detuvo.

-Pues yo sí te voy a extrañar, Diosita.

Frunciendo el ceño por la confusión, un poco aturdida y creyendo haber oído mal, me di la vuelta.-¿Qué dices?

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora