Cerré mis ojos con fuerza teniendo una guerra interna conmigo misma, debatiéndome a quién escuchar y obedecer, si a mis instintos o a lo que mi mente y la poca cordura que aún me quedaba, me decían. Abrí mis ojos cuando sentí el colchón a mi lado hundirse y una muy suave brisa chocar contra mi rostro, su respiración calmada.
Por unos segundos sentí revivir las veces en las que me sentía pequeña e indefensa ante sus ojos, necesitando generar una coraza entre ambos disfrazadándolo con provocaciones y discusiones.Cuando creí tener mis pensamientos claros al igual que lo que debía hacer a pesar de no sentirme en una situación como para hacerlo, no cuando mi corazón latía desbocado y mi cuerpo temblar como gelatina por los nervios.
Mi vista se aclaró cuando su rostro se acercó un poco más al mío si eso era posible, creyendo adivinar lo próximo que haría. Sin embargo y sorprendiéndome como todo lo que hacía Iván, sin poder predecir su forma de actuar o sus siguientes pasos, quedé realmente atónita y avergonzada, hasta humillada por haber creído o imaginado como una ilusa que lo que él haría, sería todo lo contrario a lo que realmente efectuó.
-Aquí tienes un parche entre la base y el iluminador.-El mismo mechón que había puesto detrás de mi oreja, lo tomó entre sus dedos y fingió analizarlo.-Y tienes el cabello maltratado por el tint...
No dejé que acabara con su estúpido escaneo físico que ya le había propinado el bofetón que por infatil se merecía.
-Eres un idiota.-Escupí levantándome enfadada no ¡furiosa! de mi cama.
-No Atenea, ven. Sólo bromeaba.-Sentí sus pasos seguirme por el pasillo fuera del cuarto que unía éste con las demás puertas de la segunda planta.-¡Diosita ven!
-¡No me toques, imbécil!-Quité mi mano de su agarre y me agaché a colocarme el zapato que me faltaba. Realmente no me creía capaz de levantar mi cabeza y enfrentarlo. Yo, Atenea Zambada, me sentía como una completa estúpida, manipulada y humillada por segunda vez por el mismo hombre. Un suspiro se escapó de mí sin poder creerme lo que había sucedido en aquel cuarto.
-Atenea por favor hablemos, sólo jugaba.
Antes de poder tocar el primer escalón para comenzar a bajar las escaleras, mis pies dejaron de tocar el piso y sentí como sus brazos me rodeaban por la cintura alzándome por el aire y alejándome de allí.
-¡Iván bájame! ¡¿Qué crees que haces?!-Pataleé, me sacudí, pellizque y golpeé el brazo con el que me cargaba apretándome contra su cuerpo, sin inmutarse por mí o mi peso.
No me rendí con mi torpe lucha hasta que cerró la puerta con llave detrás de su cuerpo y me pegó a la puerta, encerrándome entre esta y su cuerpo, posando sus brazos a los costados de mi cabeza y bajando un poco su cabeza por estar a mi altura.
-¿Me perdonas?
-¿Perdonarte qué? ¡Sal que me quiero largar! ¡Ya no te sop...!-Mi discurso que recién comenzaba se vio interrumpido por su mano sobre mi boca, convirtiéndose en un vago balbuceo sin poder seguir maldiciéndome.
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A Veces | Iván Guzmán| TERMINADA
Fiksi Penggemar-A veces te amo, a veces te odio. Pero cuando te odio, es porque te amo.-Sentenció el hombre dejándose llevar por todos aquellos sentimientos que se habían contenido por tanto tiempo y terminó con los pocos centímetros que había entre ellos sellando...