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-Alguien que le avise a Atenea que Gerardo ya está llegando y que se apresure

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-Alguien que le avise a Atenea que Gerardo ya está llegando y que se apresure.

-No hace falta, ya estoy lista-Comenté bajando las escaleras, mirando los escalones intentando disimular un poco mi emoción y la sonrisa que no se borraba de mi cara y que había estado intacta desde la tarde.

-Nunca antes, jamás, estuvo lista antes de tiempo-Serafín dio unas palmadas levantándose del sofá y llegando al pie de las escaleras para tomar mi mano, ayudándome a domar los altos zapatos de tacón fino.-Hay que agradecerle a ese gordito.

-No te preocupes que yo misma le agradeceré esta noche-Guiñé un ojo llegando a los sofá.

-¡Ay princesa por favor!-Unas carcajadas reinaron en la sala.-Estás muy guapa, Atenea.

-Pues, me dejaron soltera, y sola de por vida no me quiero quedar. Es momento de buscar marido ¿No crees, papito?-Batí mis pestañas cargadas de rímel intentando que no impusiera una de sus típicas reglas de cuando era pequeña. Nada de acercarme a los músicos o socios suyos que llegaran al rancho.

-No considero que sea un buen candidato para ti, princesa.

-Ay apá ya déjala que se meta con cuanto pendejo quiera para que le quiten así su pinche histeria y las ganas de andar de enfadosa presumida.-Tomé una inspiración profunda sentándome en el sofá, cargando sobre mi regazo a mis sobrinos Antonio y Alex Ismael, viendo de forma neutra a Katia, enfundada en un ajustadísimo vestido exhibiendo hasta lo que no tenía prácticamente.

-¿Más naca no puedes ser, no?

-¿Cuántas veces debo decirte que no llames padre al padre mis hijos?-Mamá intentó darle un leve golpe en la cabeza a la bastarda pero Iván la detuvo.

-No considero correcto que la siga golpeando, Doña Alejandrina, con todo respeto.

Solté una sonora carcajada irónica.-Y yo Iván te digo, con todo respeto, tienes una novia bien naca y pendeja, además de bastarda, en la casa de madre-Le sonreí cínica estirando mi cuerpo hacia adelante, sosteniendo a los pequeños.-Así que quita tus sucias manos de la muñeca de mi madre antes de que te la vuele de un buen balazo.

La risa de Serafín y sus aplausos divertido hicieron que la situación no se tornara incómoda.-¡Eso cabrona, defiende a nuestra amá!

-Cállate, Serafín-Lo reprendió su mujer.

Solté un gritito de emoción cuando ruidos de camionetas comenzaron a oírse fuera de la casa.

-¡Llegó mi amor!-Dejé a las dos bendiciones en brazos de sus padres y acomodé mi top y minifalda.-¿Estoy bien?-Le pregunté a Prisicila quien me hizo una seña elevando sus dedos pulgares.

-Ni con el gringuito se emocionó así.-Logré oír de parte de Vicente, cuando iba saliendo del porche para recibir a mi mayor amor platónico.

-Pues mas le vale que la respete si no quiere que lo echemos de la misma manera.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora