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Últimos 4 capítulos

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...Últimos 4 capítulos...


| Iván | Santorini-Grecia |

Acomodé mejor mi bañador de manera que no se notara nada extraño en mi entrepierna y seguí observando a la distancia a mi preciosa mujer. Cuando desperté por su ausencia y los rayos de sol que entraban por el ventanal del cuarto que quedó abierto por la noche, había comenzado a buscarla por todos lados en la casa que habíamos rentado, hasta que mis hombres señalaron la orilla de la playa, pude respirar tranquilo y opté por admirar la belleza de Atenea, bella como cualquier diosa, delicada y llamativa como una rosa o un diamante precioso pero fuerte y luchadora como una guerrera o una tigresa, por algo ese era su animal favorito.

Di un suspiro y llevé a mi boca el café que estaba bebiendo. No sabía exactamente si acaso era ese brillo y esencia especial que dicen que las mujeres tienen cuando están embarazadas o es que esta mujer cada día que pasaba lograba enamorarme más, simplemente siendo ella, sin proponérselo ni darse cuenta Atenea era dueña de mi corazón, mi amor y toda mi atención, porque sólo con ella lograba sentirme de una manera tan única que ni siquiera me hacía falta ponerle mi interés a ninguna otra persona, ninguna otra mujer más específicamente.

 Cuando dentro del cuarto resonaron dos toques en la puerta a mi espalda dejé de lado de mi desayuno y los minutos que me estaba tomando para admirar a Atenea-que caminaba distraída jugando con sus pies y el agua, con un vestido blanco casi transparente provocando que su vientre el cual acariciaba constantemente, se transparentara debido a los rayos de sol- y fui a recibir todo mis pedidos para el increíble día que sería hoy, o eso esperaba ya que desde cierto punto no dependía de mí.

Ayer habíamos recorrido todo lo que habíamos podido de la zona privada de Santorini apenas el sol salió, hasta que Atenea comenzó a antojarse de cada cosa que veía, me arrastró por decenas de tiendas de ropa, zapatos, carteras y no me olvido de mencionar que de comida también, hasta que sus emociones cambiaron y rápidamente comenzó a montar una rabieta con un llanto desconsolado porque según ella no se podía controlar por lo que apenas cayó la noche y finalizamos la cena que había preparado con el esplendido paisaje que nos brindaba la isla, Atenea se durmió como un pequeño ángel entre mis brazos sin importarle la incomodidad de estar aún acostados sobre la manta y arena.

—¿Qué tanto piensas amor?—Con rapidez tapé las cajas con las sabanas y me acerqué a saludar a Atenea sin haberme percatado antes de su presencia.—Buen día.

—Buen día princesa.—Besé sus labios intentando demostrarle todo el amor, el orgullo, felicidad y ternura que me hacía sentir al verla simplemente concentrada en sus pensamientos o con esa barriguita donde llevaba a mis hijos y que constantemente le daba pequeñas caricias inconscientemente.—¿Cómo están?—Besé su vientre en diferentes partes y volví a besarla a ella quien respondió a mi pregunta con una sonrisa.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora