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Tres semanas después

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Tres semanas después...

—Yo voto porque se llame Serafina.—Revolví una vez más el salteado de verduras que estaba cocinando de espalda a mis hermanos.

—No inventes Serafín, mejor les ponemos Vicenta Serafina y Ovidio Jesús así ya les aseguramos el bullying a los dos ¿No?—Contuve mi risa pero debido a esto el broche de colgar la ropa que llevaba en mi nariz, cayó en la sartén. Apresurada lo quité antes de que se derritiera.

—¿Por qué estas usando eso en la nariz?

—Cosas de mujeres embarazadas, no lo entenderías.—Priscila, quien me estaba ayudando a cocinar, le respondió a su novio, mi hermano.

—¿Y no se te va a estropear la rinoplastia? Digo... tantas cirugías que tienes.

Serafín se apresuró a tragar lo que sea que había sacado de mi heladera. Se viene burla a Atenea en uno, dos...

—Oye hermanita. ¿Y tu tienes algo natural o real en tu cuerpo? Digo, tantas cirugías que tienes.—Imitó a Vicente.

—Lo único que tiene natural y real es el amor por mi hermano, porque lo demás es pura silicona.

—Oyee—Sin que se lo esperaran, golpeé con una espátula la cabeza de Ovidio, Serafín y Vicente.

—¿Y yo por qué también?

—Hola princesa.—Dejé de comer el helado que había en mi copa y acepté gustosa el beso y abrazo que Iván me daba. Luego bajó hasta la altura de mi vientre ya bastante abultado, lo besó, acarició y se reincorporó entregándome un sobre.

—¿Ya le pides el divorcio? Te recuerdo que no hay devoluciones Iván.

—¡Ya cállate Serafín! No te soporto.—Rodé mis ojos y fui a sentarme al sentirme un poco cansada de estar tanto tiempo parada y con el estómago pesado. No había tardado más de cuatro días en comenzar a crecerme éste, y como para no, si además de seguir al pie de la letra mi alimentación, Iván me consentía cada uno de mis antojos y hasta me desbordaba en los que no tenía, atento en cada segundo que pasaba y petición que pudiera llegar a hacerle.

Mientras leía los papeles que venían dentro del sobre, Iván levantó un poco mi blusa metiéndose entre mis piernas para poder acariciar y besar mi barriga.

—Sigue molestando a mi mujer y te mando con Blako y Nina—Serafín abrió su boca fingiendo estar ofendido y lo fulminó con la mirada, sin embargo, mi novio estaba lo suficientemente concentrado en sus hijos como para prestarle atención a las jotadas de mi hermano.

—Yo sigo pensando en que te comiste mi balón de fut. No puedo comprender cómo tienes ese barrigón—Ovidio dejó de ver fijo mi cuerpo tras escucharlo bufar a Iván y se dirigió a la heladera como si estuviese en su casa.—Ni mi ex con seis meses de embarazo estaba así.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora