—Insisto en que esto es una mala idea—Serafín apretó tan fuerte el volante de mi Wrangler que hizo que sus nudillos se volvieran blancos.
A un lado de nosotros, o más bien de mí que me encontraba parada al lado de la puerta del piloto, estaba el Lambo negro de Iván que lo conducía Alfredo, él asintió dándole la razón a mi hermano y no pude hacer más que rodar los ojos volviendo a prestar atención a los cientos de tarros que eran subidos a una de las aviones recién incorporadas en mi aerolínea. En su interior además de estar forrados por mi marca, un papel rosa de un material especial para que el aroma a billete no fuera detectado, iban cargados con miles de billetes de dólares, la millonaria suma de dinero que me correspondía de la herencia de mi padre. Estos serían enviados a cualquier país extranjero para gran parte ser invertido y otro lavado con mis socios más cercanos, como Pierre y Ty por ejemplo.
—Oh oh Ateneita, hay problemas a la vista.—Con rapidez me di la vuelta buscando qué es lo que veía Ovidio.
Iván llegaba haciendo sus entradas triunfales en la Suburban blanca escoltada por otras tres.
Respiré hondo y chasqueé mis dedos pidiendo a los empleados que se apresuren.
—Creí haberles dejado la estricta orden de que cuidaran de mi mujer unas putas horas en lo que yo resolvía el problemita de Ovidio.—Iván masculló esas palabras con suma tranquilidad, algo por lo que debíamos preocuparnos.
—¡Tu vieja está loca carnal! ¡Quiso soltarme a la serpiente si no la acompañaba a esto!
—Gracias Ovidio.
—De nada cuñada.—Rodé mis ojos al notar que eran sinceras sus palabras, sin comprender que yo hablaba totalmente de manera sarcástica. Al estar distraído fulminando con la mirada a mi cuñado, que Iván me tomara al estilo princesa en sus brazos me hizo dar hasta vértigo y náuseas.
—¡No seas tan brusco que me hiciste marear Iván!
—Ay Atenea no chingues, este pendejo te trata como a una muñeca de porcelana. ¿De qué hablas?—Serafín se quejó sin quitar su mirada de su teléfono.—Haber posen para una foto así se la envío a mamá que está preocupada porque Atenea está a nuestro cuidado.
Intenté bajarme para así poder posar pero Iván aferró sus manos a mí y mi cuerpo hacia el suyo y besó mi estómago haciéndome reír debido a las cosquillas. Afortunadamente me habían quitado el vendaje una semana atrás, sino Iván seguiría besando puras gasas con desinfectante de hospital. Hasta comenzaba a creer que mi novio tenía un cierto tipo de fetiche con esa parte de mi cuerpo
—Son tan chulos.-Alfredo apretó sus mejillas e hizo un puchero viendo la fotografía, luego nos la enseñó y finalmente se la envió a él mismo—Contenido del beso setecientos uno check—Canturreó.
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A Veces | Iván Guzmán| TERMINADA
Fanfic-A veces te amo, a veces te odio. Pero cuando te odio, es porque te amo.-Sentenció el hombre dejándose llevar por todos aquellos sentimientos que se habían contenido por tanto tiempo y terminó con los pocos centímetros que había entre ellos sellando...