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Pasé mis dedos por las cachas diamantadas de mi pistola, la cual me había entregado Iván como un lujoso regalo dejándola envuelta en una bella caja arriba de la cama en la que debería dormir por el tiempo en el que nos quedáramos aquí en Colombia

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Pasé mis dedos por las cachas diamantadas de mi pistola, la cual me había entregado Iván como un lujoso regalo dejándola envuelta en una bella caja arriba de la cama en la que debería dormir por el tiempo en el que nos quedáramos aquí en Colombia.

-¿Te gusta, mi amor?-La voz en un susurro de Iván, chocó contra mi oído mientras lo sentía posarse detrás de mí, apoyándose en mi trasero al yo estar recargada sobre la isla de la cocina. Dejó una mordida en mi cuello cuando le di acceso para que siguiera jugando con mi punto débil, sin embargo, no demostré ninguna de las sensaciones que me hacía sentir en realidad.-Atenea.-Volvió a susurrar pero esta vez en un tono amenazante, casi que reprochante, sin dejar de besar mi cuello y moverse lentamente rozándonos.

-Sigo enfadada contigo por más regalos y palabras bonitas que me digas.

-Amoor.-Sus manos fueron a mi cintura haciendo que me enderezara y me volteó pegándome a la isla y a su cuerpo.

-Déjame.

-Atenea.-Iván hizo un puchero. Para evitar caer en sus encantos mi mirada divagó por la cocina. Aunque me resultó imposible ignorarlo cuando comenzó a dejar pequeños besitos en mi nariz, frente, mejillas y labios.-Ya no te enojes, sólo me encargué de que ese cabrón no te molestara más.

Ladeé mi rostro con diversión haciéndome rogar, justo cuando las pequeñas hijas de Don Joaquín y Emma ingresaron corriendo haciendo estrellar la puerta contra la pared y que de un alto, Iván se separara de mí.

Solté una sonora carcajada cuando lo noté rodar sus ojos y llevar una de sus manos a su pecho, agachándose para alzar a una de las niñas.-Luego hablamos, no te me escapas.-Tomé mi arma a regañadientes, que por muy bonita y costosa que fuera seguía sin ser de mi agrado portar algo así, y salí de la cocina dejando a solas a Iván con sus pequeñas medio hermanas.

Aunque regresé en silencio cuando recordé que no había tomado mi desayuno, para lo único que había bajado.

-Oye Iván ¿Y esa mujer quién es?-Fingí no escuchar lo que las niñas, sentadas en el regazo de Iván, le susurraban y fui hasta la nevera.

-Ella niñas, es el amor de mi vida.-Lo miré divertida, negando con una sonrisa un tanto vergonzosa y notablemente enternecida.-Esa mujercita, a pesar de medir metro y medio, ser medio loca, berrinchuda, mega consentida, fresa y aunque me haga rabiar mucho, es mi todo y trae babeando a su carnal.

Mi corazón se aceleró y tuve que cerrar mis ojos con fuerza mordiendo mi labio inferior para evitar largar un gritito de emoción.

Tomé mi desayuno y caminé hasta él que me veía con una sonrisa tímida, oyendo los susurros de sus hermanas. Aproveché que éstas estaban distraídas hablándole y dejé un pequeño beso en sus labios, saliendo a paso rápido evitando su mirada.

-¿Mis hijas están con Iván?-Asentí ante la pregunta de Emma que estaba sentada a un lado de Don joaquín quien conversaba con mi padre y Vicente, éste último con una mano sostenía su bebida y con la otra acariciaba distraídamente el pequeño vientre de mi cuñada, un gesto que me enterneció rápidamente.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora