-No estoy segura de recordar cómo correr, Iván.-Confesé notando como el bicho comenzaba a bufar más y más seguido, como comenzaba a inquietarse y los únicos intrusos en su territorio éramos Archivaldo y yo.
-Todo va a estar bien si corremos ahora, dame tu mano.-Mojé mis labios y acepté entrelazar mi mano izquierda con la suya.-Ahora ¡Corre, Atenea!
No pude evitar soltar un leve grito al sentir como su mano desocupada me daba un leve empujón en mi cintura para que reaccionara. Ambos comenzamos a correr con nuestras manos entrelazadas, lo más rápido que nuestras piernas y calzados nos dejaban.
Al no ser una persona que hacía actividad física continuamente, mi cuerpo comenzó a fallarme minutos después de comenzar a correr, para nuestra suerte, la puerta del hangar más cercano a nosotros se encontraba levemente abierta gracias al deterioro del umbral y demás.
-Entra tu primero-Iván tomó la chapa de la puerta entre sus manos y la forzó hacia arriba doblándola y permitiéndome entrar fácilmente.
Flexionándome un poco, entré resguardándome en la oscuridad del hangar.
Una vez que vi a Iván dentro, sano y salvo, dejando al furioso animal rondándonos impotente por no haber logrado alcanzarnos fuera, me tiré dejando descansar mi espalda sobre el sucio y frío suelo.Cerré mis ojos y tragué fuertemente intentando calmar mi respiración. Giré mi cabeza hacia la derecha buscando a Iván, quien estaba tendido igual que yo a mi lado, ya viéndome y pasando su mirada desde mi rostro hasta mi pecho que subía y bajaba acelerado.
-¿Te encuentras bien, Diosita?-Asentí lentamente analizando todo lo que había sucedido allí fuera.
-¿Qué fue eso, Archivaldo?
°°°
El viaje de regreso al rancho lo hicimos en absoluto silencio, solamente Yesenia había tenido el valor para romper el silencio en una breve interacción entre ella e Iván contándole cómo nos habíamos librado del animal salvaje y los demás animales exóticos que habíamos logrado ver antes de decidir salir de la propiedad.
Apenas llegar a la casa, entré decidida al salón donde se encontraban más personas de las que me agradaría recibir o soportar en estos momentos, sin embargo, eso no me detuvo para hacerle frente a mi padre.
-Nos puedes explicar ¡¿Por qué chingados hay bisontes americanos en esa finca, papá?! Y ¿Por qué no nos avisaste que los había?
Reprimiendo una risa, sus ojos recorrieron toda mi ropa y mi cabello, sucio, revuelto, hasta con hierba y tierra incorporada en lugares que ni imaginaba que podría tener alcance.
-¿Qué fue lo que les sucedió?-Habló mi madre, llegando a mí exageradamente conmocionada. Luego de hacerme girar sobre mi pies y examinarme, comenzó a quitar los restos de hojas y palillos de mi cabello.
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A Veces | Iván Guzmán| TERMINADA
Fanfiction-A veces te amo, a veces te odio. Pero cuando te odio, es porque te amo.-Sentenció el hombre dejándose llevar por todos aquellos sentimientos que se habían contenido por tanto tiempo y terminó con los pocos centímetros que había entre ellos sellando...