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-Atenea no chingues y ahora te aguantas el ver a Katia en el cargo que tanto despreciaste, que al fin y al cabo, ella jamás se ha negado

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-Atenea no chingues y ahora te aguantas el ver a Katia en el cargo que tanto despreciaste, que al fin y al cabo, ella jamás se ha negado.

-¡Pero papá! ¡Es una batarda! ¿Cómo la tomarán en cuenta si es una...?

-Convengamos que Ovidio y Serafín también son hijos ilegítimos porque nacieron fuera del matrimonio mío y de Joaquín.-Abrí mi boca sintiéndome humillada y ofendida.-E igualmente jamás tuvieron problemas para chambear.

-¿Me estás diciendo bastarda?

-Pues legalmente lo son.-Mi padre lo aceptó y de reojo pude notar como Vicente abrió sus ojos como platos.

-Las leyes me las paso por el cu...

-¡Atenea, la boca, mi amor!-Me interrumpió mamá siempre intentando que mantenga la compostura, pero no podía permitir que me trataran de bastarda a mí también.

Volví a girar nuevamente sobre la cama sin lograr conciliar el sueño. El recuerdo de mi discusión con Vicente y mi padre no me dejaba en paz, sin considerar que pensar que la idiota de Katia tomaría el puesto que alguna vez ocupó y se mereció Vicente, no me dejaba de atormentar. No era justo que una aparecida que se ha encargado de molestarnos por años, hoy estuviera más cerca de tener más dinero y poder que los mismos hijos consentidos de Ismael. No era justo y me negaba rotundamente a aceptar aquello.

O tal vez mi insomnio se debía a que me encontraba en una cama desconocida en una casa desconocida donde el silencio de la noche se veía interrumpido por los ruidos que hacían los animales exóticos que Iván debía tener en este lugar, y que al parecer no eran pocos.

Aceptando que no volvería a lograr dormir, acomode mejor la camisa que Vicente me había dejado de él para que utilizara de pijama y salí del cuarto dirigiéndome en completo silencio hasta la cocina para beber agua.

Cuando me estiré para tomar un vaso desde la estantería, dos manos a cado lado de mi cintura estamparon mi espalda contra la encimera.

-¡Ay bruto!-Me quejé estirando mi cuerpo hacia atrás intentando alejarme un poco de la cercanía que Iván había impuesto.-¿Qué haces levantado? Tienes que hacer reposo.-Golpeé suavemente su hombro removiéndome incómoda.

-Oí que alguien abrió una puerta y en mi defensa, no estoy acostumbrado a compartir la casa si no es con mis hermanos. Y esos no se levantan hasta la una de la tarde.

-Suéltame.-Susurré posando mis manos sobre sus brazos extendidos a cada lado de mi cuerpo.

Sin poder esperarmelo, flexionó sus brazos y acercó su boca a la mía posando sus labios sobre los míos. Por reflejo cerré mis ojos cuando sus manos fueron a mi cadera y atrajeron su cuerpo al mío, sin embargo, no correspondí aquel beso.

-Atenea por favor.-Lloriqueó él escondiendo su cabeza en el hueco de mi cuello y clavícula, respirando allí y erizando mi piel por ese roce.

-¿Qué Archivaldo?

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora