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-¡Alto, no pueden llevársela sin la presencia de su abogado! -Maggie posó sus manos a cada lado del marco de la puerta de cristal impidiendo que me sacaran de las instalaciones de la empresa conmigo arrestada

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-¡Alto, no pueden llevársela sin la presencia de su abogado! -Maggie posó sus manos a cada lado del marco de la puerta de cristal impidiendo que me sacaran de las instalaciones de la empresa conmigo arrestada.

-Tenemos una orden judicial y si sigue impidiendo que nos la llevemos usted irá a acompañarla a la cárcel también.-Busqué con mi mirada alrededor de todo el tumulto de empleados que se había formado, no queriendo perderse el espectáculo que se estaba formando llevándome a mi esposada y escoltada por dos oficiales.

Mi inspección se detuvo al notar algo fuera de lo normal, varios hombres con una vestimenta que contrastaba notablemente con la de mis empleados, pero que era exactamente la misma a la que tenían los hombres que trabajan para mi familia.

El guiño del ojo de uno de ellos trajo la tranquilidad a mí sabiendo que por alguna razón, en La Tuna ya estaban al tanto de esta situación.

Por unos breves segundos, Maggie posó su mirada sobre algo o alguien detrás de nuestro, hizo un asentimiento de cabeza y dejó libre la puerta.

-No crean que no preguntaré si es legal lo que hicieron.-Dijo a la vez que pasamos por su lado.

Una vez fuera, los mismos oficiales intentaron bajar mi cabeza pero lo impedí clavando mis talones al suelo resistiendome.

-Si me llevan, me llevan con la frente en alto.

-Mira no más, una prueba más de que es hermana de la lengua suelta y traidor de Vicente Zambada.-Solté una risa irónica y memoricé el nombre de la chapa del oficial que había insultado a mí hermano.

-Lengua suelta y pendejo eres tú, déjame decirte. Yo no hablaría así de él, por tu bien.-Le guiñe un ojo de manera confianzuda pero sarcástica a la vez.

-Camina y cállate.-Dando una última mirada a mi alrededor, opté por seguir caminando con la frente en alto y mis manos esposadas al frente.

Mi nerviosismo aumentó cuando me subieron al camión policial pero todo seguía en orden y no parecía que nada bueno para mí, fuera a suceder. Un leve apretón en mi brazo izquierdo me hizo ver al oficial que me sostenía desde ese lado, que imitó la acción del hombre desconocido que me guiñó su ojo anteriormente.

Cerraron las puertas dejándome en penumbras completamente, más tarde, se oyó cómo cerraron las puertas de piloto y copiloto, encendiendo el camión y comenzando a avanzar poco después.

Un movimiento extraño de un bulto en una esquina me hizo poner en alerta, pronto esa figura tuvo forma en la silueta de un hombro fornido caminando hasta mí.

-Venimos por orden del MZ para sacarla.-Mi cuerpo se relajó y le extendí mis manos para que me desposara, algo que rápido hizo. -Cuando me den la orden abriré las puertas que dejaron mal cerradas y usted saltará cuando le avise, no puede detenerse a pensar y tampoco equivocarse ¿Entendió? -Negué pero también asentí confundida.

A Veces | Iván Guzmán| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora