Como el viento de poniente

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Aquella mañana de Sábado desperté como era habitual con un dolor de cabeza que me hacía repetirme una y otra vez que no volvería a beber más, aunque cuanto más lo repetía más me reía de mi misma. No volvería a beber más hasta esa misma noche.

De repente un montón de imágenes se sucedieron como si de una película antigua se tratara en mi cabeza y Marina las protagonizaba todas. Sonreí para mi misma mientras me dirigía al baño. Me di una ducha más que necesaria y miré mi móvil. Nada, como era habitual.

Repasé de nuevo la conversación con Marina en el móvil. Releerla me hacía sentir el mismo nudo en el estómago que había sentido la noche anterior mientras nos escribíamos. Hacía tiempo que no miraba su foto, no me sorprendió al ver al mismo cristo nazareno que ya había visto años atrás, estábamos en vísperas de Semana Santa.

Eso me hizo recordar cómo era Marina y cómo la había conocido y repasé mentalmente los grandes momentos que había vivido con ella. Su cara el primer día de clase, la expresión que puso en la cara cuando le dije que me gustaban los escenarios y que había estudiado para ello, por aquellos entonces nunca había cantado delante de gente, pero sí que había hecho teatro.

Recordé también la primera vez que me propuso ayudarla para la función de Navidad del instituto y su casi ruego de que fuera yo la que presentara. Recuerdo la primera vez que a mi móvil llegó un mensaje suyo con un escueto "soy marina". Recuerdo las ganas que sentía durante las vacaciones de Navidad de escribirle y saber de ella, también nuestras conversaciones vacías por whatsapp pero que a mi me hacían sentirme emocionada. Recuerdo también la noche que hablando con mi mejor amigo en una conversación salió ella, a decir verdad ella salía en casi todas mis conversaciones, él estaba conmigo en clase y recuerdo que dijo algo así como "pues Marina me parece muy mona, bueno, me refiero que para la edad que debe de tener se conserva muy bien", recuerdo también como salté como un resorte y lo único que se me ocurrió decirle fue "yo la vi primero" ambos nos reímos y él me dijo "te gusta", en ese momento me derrumbé muerta por la vergüenza y empecé a decirle que no lo sabía, que estaba algo confusa, que no lo tenía claro y él riéndose me había dicho "no era una pregunta, sino una afirmación". 

Recuerdo como poco a poco fuimos cogiendo más confianza, al menos yo fui cogiendo más confianza con ella y siempre buscaba alguna escusa para hablarle o verla en el instituto, como incluso me saltaba clases para estar con ella. A ella no le gustaba nada que hiciera eso, tenía un fuerte sentido de la responsabilidad que yo burlaba cada vez que me parecía idóneo. También recuerdo la primera vez que discutimos, todavía no sé las razones pero cada vez que pienso en ello algo dentro de mi se remueve, tenía clavada su imagen diciéndome "esto no puede seguir así Ana, sea lo que sea que haya entre tú y yo hay que cortarlo, me está influyendo en mi trabajo y no me lo puedo permitir", recuerdo que la gente empezaba a hacer comentarios a nuestras espaldas sobre nuestra inexistente relación, al menos no existente de la manera que estas bocas querían comentar. Recuerdo que en ese momento rompí a llorar y la rabia que sentía de que ella me estuviera viendo así y recuerdo su mirada fría e impasible. Recuerdo que nos tiramos unos meses sin dirigirnos la palabra, ella en clase obviaba mi existencia lo que también empezaba a parecerle extraño a los demás y yo no dejaba de repetirle a mi mejor amigo que con esa actitud solo conseguía darle la razón a los demás de que algo había y cómo me alimentaba ese pensamiento a mi misma.

Recuerdo también cómo uno de esos días yo iba hacia mi clase de inglés cuando nos cruzamos por el pasillo, mejor dicho nos chocamos, yo le dije "lo siento" y ella simplemente me miró con cara de pocos amigos para apartarse de mi y seguir su camino, recuerdo también como mi profesora de inglés era la jefa de estudios del instituto y al terminar su clase me dijo que fuera a su despacho al día siguiente. Recuerdo que sentí pánico, aunque el carácter de Laura, mi profesora de inglés, invitaba a pensar que no era nada malo. 

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora