Se io non avessi te

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¿Sabéis lo que es estar de vacaciones y que te despierten a las nueve de la mañana para ir a ver el mercado de Rialto? Yo tampoco lo sabía hasta hoy. Esto no son vacaciones y va siendo hora de que me de cuenta, es vamos a ver lo máximo posible en el poco tiempo que tenemos. No me arrepiento, no me malinterpretéis, lo que tengo es sueño. Marina va riéndose de mi y yo parece que tenga una resaca después de una noche de fin de año. Ni las gafas de sol hacen que el sol de hoy se me rebele como un arma de guerra para mis sentidos.

- Venga Anita, por dios que tampoco es que no hayas dormido... - relató Marina tirando de mi a través del mercado.

Sí, sí que había dormido, de hecho eso es sólo lo que había hecho, dormir. Demasiado cansancio para el deseo.

A decir verdad pronto empecé a cogerle gusto, de hecho la combinación de colores y olores del mercado era fascinante. Me encantaba la gente que hacía vida normal de allí y deseé que no hubiera tanto turismo, no tanto turismo sino no tanto a la vez. Me agobiaba estar entre tanta gente. Marina lo notó.

- Vale, ya salimos, es normal que te agobies, no te preocupes - me dijo agarrando fuerte mi mano y volviendo a tirar de mi.

Conseguimos salir del barullo de gente. 

- Ahora vas a ver por qué a veces los españoles deberíamos quedarnos en nuestra casa - me dijo ella riendo.

- ¿A qué te refieres? - pregunté extrañada.

- ¿Conoces a Calatrava? - contestó ella.

- ¿A cuál de los dos hermanos? ¿Al feo o al otro? - bromeé yo, ella volteó los ojos - es broma, el de los puentes ¿no?

Ella asintió sonriendo.

- El mismo - dijo guiándome por las diferentes callejuelas y puentes que dividían Venecia.

Caminamos en silencio durante unos veinte minutos, en seguida supe a qué se refería.

- Il ponte della costituzione - dijo ella señalando al frente.

- Esto no pega aquí, parece que lo han puesto por hacer una broma - confesé algo decepcionada.

Ella soltó una carcajada.

Estuvimos por allí un buen rato, dando paseos, luego me llevó al Puente de los Descalzos y posteriormente a la iglesia de Santa María de Nazaret. Venecia me maravillaba, lo juro. Si el paraíso era Cádiz esto podía ser una prima hermana. 

- Te está gustando mucho Venecia... todavía no has visto Florencia - comentó ella cuando nos paramos a descansar en el parque Savorgnan.

- ¿Síndrome de Stendhal? - comenté divertida.

- Tú ríete, pero es que se que te va a gustar muchísimo... o será que yo le tengo este cariño especial porque estuve allí viviendo - reconoció Marina con nostalgia.

- ¿Por qué Florencia? - me atreví a preguntar, ella me miró interrogante - ¿que por qué viniste a Florencia y no a otra ciudad?

- El idioma, mis padres habían venido un par de veces y siempre me decían que si alguna vez quería ellos mismos me mandarían allí... así que ese año me lo tomé al pie de la letra. No creas que al principio les hizo mucha gracia... entonces no había móviles con whatsapp, bueno, casi ni móviles, me ves a mi con mis veinte años por aquí... - sonrió negando con la cabeza mirando hacia la nada - lloré muchísimo las primeras semanas ¿sabes? Nunca he sido muy valiente... me ha gustado y me encanta viajar, pero no sóla... eso fue un punto de inflexión en mi vida. Además, un año después fue cuando pasó lo de Luis y no se, fueron años de muchos cambios - yo la escuchaba con atención, había que aprovechar los pocos momentos en los que Marina contaba algo de su vida de esa forma - debo de reconocer que entre otras cosas me hace gracia tu reacción al estar aquí porque me recuerdas a mi, tuve la suerte de hacer buenas amigas en seguida en la Universidad y una de ellas era de aquí, de hecho la primera vez que vine fue con ella, se llamaba Valentina, era morena, bastante más alta que yo, tenía los ojos claros y una sonrisa grandiosa... si ahora lo pienso diría que fue mi primer amor, sólo que nunca me lo admití a mi misma ni por supuesto a nadie... es la primera vez que cuento esto - rió algo sonrojada.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora