Entre dos tierras

210 13 0
                                    

Lo siguiente que recuerdo fue tocar mi cara, sangre saliendo de mi nariz, un fuerte ruido, dos cuerpos que gritaban asustados aunque sus voces sonaban muy lejanas, después sentir unas manos frías sobre mi cara, una voz que me decía "mírame, por favor, mírame", una mujer llorando, una voz que decía algo de un médico y después de un rato luces, más gente, más manos, una sirena... y de repente un fundido en negro.

No sé cuanto tiempo permanecí inconsciente, sólo se que como si de una vuelta a la vida se tratara desperté cogiendo todo el aire que cabía en mis pulmones lo que me hizo toser. Estaba desorientada, veía algunos cables y cuando intenté incorporarme supe que estaban conectados a mi al sentir que algo me tiraba en el brazo. Vale, estaba en un hospital. De repente unas manos me sujetaron los hombros obligándome a tumbarme de nuevo en la cama y vi como una mujer se incorporaba rápido y salía de la habitación, era Marina.

Era de noche, lo sabía porque las luces estaban encendidas y el cielo se veía oscuro por la ventana. Miré hacia el otro lado de la habitación y agradecí que la cama estuviera vacía. Sentía nauseas y antes de que pudiera levantarme sentí una fuerte arcada, con dificultad me puse al borde de la cama, una nueva arcada. Alba entró por la puerta de la habitación con una bata blanca y puso una palancana debajo de mi cabeza. Vomité. Ella sujetaba mi cabeza.

Cuando terminé me obligó a volver a tumbarme ayudándome con su mano.

- ¿Cómo estás? - me preguntó muy seria.

Los recuerdos se agolparon en mi haciéndome sentir el peor despojo humano que ha pisado la faz de la tierra y sentí unas ganas inmensas de llorar, mi respiración se aceleró un poco.

- Alba... yo... yo no... - dije sin saber muy bien qué es lo que quería decir.

- Te estoy preguntando que cómo estás - dijo con la misma seriedad mientras sacaba una pequeña linterna y la dirigía hacia mis ojos dejándome sin visión momentáneamente.

- Mal - respondí.

- Me lo imagino... ¿recuerdas lo que ha pasado? - preguntó ella sin perder de vista ahora el gotero que estaba enganchado a la vía que tenía en el brazo.

- Sí - respondí sin más.

- Eso es bueno para ti... no ha sido una sobredosis, pero podía haberlo sido, ha sido una crisis de ansiedad agravada por la cocaína, de hecho da gracias a que te han traído - respondió mirándome ahora con los brazos cruzados.

Yo agaché la cabeza.

- Te quedarás esta noche aquí, en observación, si todo va bien mañana podrás irte - dijo ella antes de girarse. Alargué mi mano hasta su brazo pero ella se separó - da las gracias a que te trajeron - repitió antes de salir de la habitación.

Unos minutos después sentí una voz conocida aunque todavía no podía ver a la persona que pronunciaba las palabras, era Rafael.

- ¿Puedo entrar? - escuché.

- Sí - me limité a decir.

Él llegó hasta situarse en frente de mi cama, tenía los ojos algo hinchados ¿había estado llorando?

- ¿Cómo estás? - preguntó apoyando sus brazos sobre el metal de los pies de la cama.

- Ahora mejor... creo - respondí. La cabeza me dolía una barbaridad y las nauseas seguían ahí.

Él negó con la cabeza y suspiró. Vi como dos lágrimas brotaron de sus ojos.

- Creía que te perdía - dijo después de unos minutos en silencio.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora