La madre de José

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Había concertado esta tarde tres citas con distintos dueños de pisos que había mirado por internet para ir a verlos. Estaban todos más o menos cerca unos de otros, había buscado una zona que me pillara cerca de todo lo que quería aunque el pub por ejemplo me quedaba más lejos. Por otra parte había buscado algo que estuviera más cerca de Marina. 

Nos dimos una ducha y nos preparamos para salir a la calle, Marina había insistido en ir con el coche para que viéramos así también como está la zona para aparcar, dato que en estas fechas del año no es muy significativo por que... ¿quién se va a quedar en Sevilla en verano?

El primer piso que vimos era muy bonito, el suelo era de parqué, tenía dos grandes ventanas tanto en la zona del salón como en la habitación, cosa que agradecía, pero por otra parte el piso en sí era muy pequeño, más caro de lo que yo había pensado y además no tenía aire acondicionado más que en la habitación. Casi que lo descartamos en cuanto salimos, y eso que el dueño parecía muy amable.

El segundo que vimos tenía unas vistas impresionantes, era el que mejor me pillaba por situación geográfica puesto que el trabajo me quedaba bastante cerca de allí, también el pub estaba más o menos cerca y el piso de Marina no quedaba tan lejos. Llegamos hasta donde nos había indicado el dueño del piso, estaba esperándonos abajo, nos saludó a ambas y procedimos a entrar. Era un hombre joven, pocos años más que yo, nos dijo que se llamaba José y nos contó que el piso era de sus padres pero que sólo él había vivido allí cuando estaba estudiando. Era un tercer piso, el edificio se veía cuidado y limpio, nos paramos frente a la puerta y él sacó las llaves. Abrió y nos dio paso. Este piso era mucho más amplio que el anterior, aun siendo pequeño. Tenía más luz y era ligeramente más barato, tenía las paredes pintadas todas en un tono anaranjado, los muebles tenían tonos marrones y burdeos, me gustó la distribución y el hecho de que el piso contara con internet y televisión. 

- La verdad es que es muy bonito el piso - admití después de echarle un primer vistazo rápido.

- Sí, la verdad es que mucha gente viene a verlo, pero mucha también se echa para atrás cuando pido un aval del alquiler, alguien que sea responsable subsidiario - dijo él agachando un poco la cabeza.

- Bueno... eso en un momento dado no sería un problema... mi madre siempre ha hecho de avalista con mis alquileres - admití un poco avergonzada.

- Bueno, entonces si ella estuviera de acuerdo - dijo mirando con una pequeña sonrisa a Marina.

Vi como la expresión de Marina cambiaba de una distraida a una de incredulidad.

- Ella no es mi madre - me limité a responder.

- Oh, lo siento, no tenía intención yo... - relató él muerto de vergüenza.

Vi como el rostro de Marina se relajaba y se esforzaba por contener la risa. Me limité a sonreír y quitarle importancia a lo que había dicho mientras que él volvía a disculparse.

- No soy su madre... pero podría ser su aval - dijo de repente mirándolo con seriedad.

Ahora era yo la que había dirigido mi vida a ella desconcertada.

- Yo con eso no tengo problema si ninguna de vosotras tenéis inconveniente - contestó él algo más relajado.

- Bueno, tenemos que ver otro piso más, es que ya había quedado con la dueña, pero vamos que me gusta mucho... si te esperas a que vaya a ver el otro y ya te digo si me lo quedo o no - dije yo atropelladamente. La verdad es que este piso me había encantado.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora