Dicen que lo bueno si breve dos veces bueno y que todo lo que empieza acaba y así terminaron nuestras vacaciones por Italia. Todavía no me creía los días que acababa de vivir y me parecía que había sido ayer cuando llegamos a Venecia. Cogimos el avión por la tarde rumbo a Sevilla, esa noche la pasaríamos allí en el piso de Marina y al día siguiente nos separaríamos. Volver a la realidad del calor sofocante de Sevilla el 29 de julio supuso una vuelta al mundo en forma de bofetada.
Fuimos hasta el coche de Marina que lo tenía en el aparcamiento del aeropuerto, nada más bajar del avión llamé a mi madre para que estuviera tranquila, ya deberíais de conocerla como se comporta conmigo en ese sentido. Llegamos a su casa y estuvimos dándonos una ducha y poniéndonos cómodas. Eran las diez de la noche aproximadamente cuando terminamos y nos vimos cada una sentada a un lado del sofá.
- Y entonces... ¿qué día decías que empezaba la feria de tu pueblo? - preguntó Marina después de un rato.
- El día 6, el jueves que viene - respondí yo.
- Vale... y acaba entonces el 9 - dijo ella y yo asentí - ¿y después? ¿Qué planes tienes?
- Pues... después tendré que venir aquí de nuevo y ponerme a buscar piso para el año que viene - respondí pensando en todo el lío que eso suponía.
- ¿Tú sola? - preguntó ella mirándome sorprendida.
- ¿A qué te refieres? - pregunté yo confundida.
- No... bueno, no sé... no sabía lo que tenías pensado en ese sentido... quiero decir, al final tú y yo pasamos mucho tiempo juntas y bueno... - dijo ella un poco avergonzada.
Yo guardé silencio, no miento si digo que había pensado en esto desde hacía un tiempo. Cuando dejé mi piso anterior ya lo pensé, qué pasaría cuando llegara septiembre y hubiera que volver a la rutina de cada año. Me encogí de hombros.
- No tenemos por qué pasar menos tiempo juntas - le dije yo.
- Ya claro que no... - dijo ella sonriendo y acariciando mi mejilla.
Sé que quería hablar más del tema pero a mi me daba miedo enfrentar esa conversación. No sabía que pensar realmente acerca de esto. ¿Debería vivir con ella? Llevamos muy poco tiempo saliendo juntas como para eso ¿no? ¿Me apetece seguir viviendo sola? Pues sí, pero no... también me convendría alguien con quien compartir gastos pero claro, ¿me iba a buscar a alguien como compañero de piso? Tampoco me apetecía eso... y vuelta a empezar. Después de unos minutos en silencio empezamos a hablar de otras cosas. Nos pusimos a ver las fotos que habíamos hecho durante el viaje, aprovechamos para poner y tender una lavadora con la ropa del viaje y luego estuvimos viendo una película sentadas en el sofá, cuando esta terminó empezó una de terror. ¿Sabéis quién no va a ver en su vida una película de terror? Sí, esa misma, yo. ¿Y sabéis quien es tremendamente fan de ellas? Sí, Marina.
- ¿Vas a ver la película? - pregunté yo sin querer mirar a la tele.
- Sí... que esta no la he visto - respondió ella muy concentrada.
- Entonces me voy a la cama - dije yo estirándome exageradamente.
Ella sonrió.
- ¿No te importa? - preguntó cuando me acerqué para besarla.
- No, claro que no - dije yo dejándole un beso en los labios.
Me fui hacia su habitación y aparté la colcha para dejarme caer sobre las sábanas. Hablé un rato por el móvil con Marta a la que aproveché para contarle que iba mañana, ella me dijo que ya era hora de que me dejara caer por ahí. La verdad es que tenía muchas ganas de volver a ver a mis amigos.
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Me quedo contigo
RomanceAna es una chica de 26 años que canta en el grupo de versiones rock "Yonkola", su vida está dedicada a la música, la poesía y el abuso de drogas y alcohol al que somete su cuerpo cada fin de semana. Hace dos años llegó a Sevilla y fue allí cuando co...