Más de cien mentiras

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Al día siguiente antes de comer llegarían mis padres y mi hermano, habíamos decidido ese día hacer algo para comer todos juntos, os podéis imaginar la que pudimos formar los seis en la cocina. Alba decía estar convencida de que nos moriríamos de hambre Marina y yo si algún día ella no estaba con nosotras y eso nos hizo reír. Javi había heredado las dotes culinarias de Marina, no cabía duda, quizás hasta peor y eso le hizo a su hermana afirmar que ahí teníamos la prueba, que él no sobreviviría tampoco. Vuelvo a repetir, no es que se nos diera del todo mal, es que Alba era muy buena cocinera, su padre también y Lucas... bueno, Lucas lo intentaba. 

El salón de la casa de Marina tenía un gran ventanal que daba paso al balcón lo que permitía que llegara una gran luz al mismo, ella se había empeñado en sacar la vajilla que usaban para navidad pues, cito en palabras textuales "son para comidas en familia". 

Cuando llegaron me llamaron para que fuera a buscarlos porque habían aparcado donde habían podido, Lucas vino conmigo. Cuando estuvimos con ellos Lucas saludó con ganas a mi familia, ellos se conocían de otras veces por lo que ni siquiera me tuve que parar a hacer presentaciones ni a intentar que entablaran conversación, además, mi madre ya se encargaba ella solita de eso. Ella me preguntó que cómo estaba todo y yo le dije que hoy ya bastante mejor. Mi hermano venía muy ilusionado con la idea de pasar unos días aquí, además con Lucas se llevaba genial, los dos eran igual de frikis y ahí iban juntos, hablando de cosas que sólo ellos entendían. Llegamos hasta la casa de Marina, abrí el portal y vi como mi madre se quedaba mirándolo todo, la verdad es que lo que os dije, era inmensamente grande y el edificio estaba sumamente cuidado en comparación a cómo eran los bloques normales de Cádiz. "Se nota que son una familia pudiente" dijo ella, yo asentí y le pedí que no recordara eso una vez que entraran, no quería incomodarles. 

Al entrar a la primera que nos encontramos fue a Alba.

- Mira Alba, ellos son mis padres, Ana y Antonio, este es mi hermano Julián, ella es Alba, la sobrina de Marina, la que vive con ella en Sevilla - los presenté. Se saludaron con dos besos.

En seguida vino Marina que los saludó también con dos cariñosos besos a los tres.

- ¿Cómo estás? - le preguntó mi madre cogiéndola de un brazo en señal de cariño.

- Bien... no te preocupes, de verdad, estoy muy contenta de que además estéis vosotros aquí - sonrió Marina - pasad, que os voy a presentar a mi hermano y mi sobrino y ahora que os acompañe Ana a soltar vuestras cosas, que estoy preparando la mesa.

Llegaron al salón y yo detrás de ellos.

- Ana, Antonio, Julián... este es Germán, mi hermano - Germán se acercó limpiándose las manos con un trapo de cocina y saludó con dos besos a mi madre y luego le dio la mano a mi padre y mi hermano - y este de aquí es Javi, mi niño - sonrió Marina presentando a su sobrino que repitió la misma fórmula que su padre.

Yo los conduje hasta la habitación, en ella había una cama de matrimonio, era la habitación de los padres de Marina, mis padres que otra cosa no pero sencillos si que son, habían traído un colchón hinchable para que mi hermano se acostara allí con ellos. Habíamos viajado así numerosas veces, esta vez no iba a ser distinto. Ellos soltaron allí todas las cosas que traían mientras yo los ayudaba a colocar el colchón y ponerle sábanas. Cuando terminamos les dije que se fueran al salón y pregunté que qué querían beber, aunque Germán ya se había adelantado ofreciéndoles vino. Menuda cosa hizo, ponerse a hablar con mi padre de vinos... aunque lo agradecí enormemente porque ya sabéis que mi padre no es de muchas palabras y el hecho de que estuviera hablando y con Germán me aliviaba muchísimo, no sabía si encajarían entre ellos.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora