Ven sin temor

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Habían pasado tres días desde la vuelta a Sevilla después de esa gran aventura y el corredero de emociones que había supuesto el fin de semana. Estábamos a miércoles, un caluroso miércoles de junio ya. En algo más de una semana terminaba el curso para mi y estaba profundamente liada con el trabajo, a eso había que sumarle los ensayos que estaban siendo especialmente intensos principalmente por Rafael y su falta de tiempo físico por lo que habíamos hecho algunas horas más en estos días, por otro lado se sumaba que esta tarde teníamos ensayo pero con la puñetera graduación del instituto en el que trabajaban él y Marina... por favor que alguien me recuerde por qué dije que sí... No es que no me apetezca, lo que no me apetece es tener que fingir con Marina que solo somos conocidas, me cuesta mucho estar físicamente con ella y que no pueda acercarme a ella. Sé que no le puedo pedir nada y también que no lo haré, ya ha hecho más de lo que yo hubiera apostado el día que empezamos nuestra relación.

Había quedado con ella y con Rafael a eso de las seis de la tarde para tomar café juntos antes de ir al instituto, a decir verdad habíamos quedado con Rafael pues yo estos días prácticamente había vivido en casa de Marina, sólo había ido a casa para recoger ropa limpia y poner a lavar la sucia. Llegamos y estaba Rafael leyendo un libro ya sentado en la terraza, el calor era agobiante a estas alturas del año pero los vicios son mayores que la temperatura y ya bastante era que los fines de semana tuviera que salir del pub para fumarme un cigarro. Marina relataba que lo que teníamos que hacer los dos era dejar de fumar, yo le decía que tuviéramos la fiesta en paz y Rafael que de algo se tenía que morir. Nos tomamos un café que me supo a gloria, a pesar de no haber trabajado esta mañana había dormido poco, demasiadas cosas que hacer de cara al final de curso y además estaba ayudando a Marina con la organización en si de la graduación por lo que nos llevaba varias horas tenerlo todo bajo control, ella tan profesional como siempre no consentía que hubiera un sólo cabo suelto, yo tan prefiero darte la razón que discutir contigo que ni siquiera quería mencionarle la palabra improvisación.

Yo sabía que la verdadera razón por la que Marina quería tomar café antes con Rafael era porque nos vieran llegar juntos a los tres, ella lo negaba pero conocerse en esta vida da una serie de ventajas, y más cuando también se lo dijo él y ambos nos reímos. Ella se molestó y hasta así me parecía la mujer más hermosa del mundo. Lo bueno que tenía y, en eso llevaba la razón ella, es que no le duraban los enfados. Llegamos al instituto y todavía faltaban por llegar un profesor y una profesora, en vez de ir al aula de música fuimos al salón de actos que es donde se celebraría la graduación, así podríamos probar micros y demás y ver cómo nos íbamos a situar.

Mientras que llegaban me tomé la libertad de poner algo de música por los altavoces, Rafael tuvo la genial idea de poner canciones de karaoke y mientras que yo enchufaba micros y tiraba cables a un lado y otro del escenario comprobando que no estorbaran al paso, él y Marina se pusieron a cantar "Ven sin temor" de Seguridad Social, esa parte de Marina algo más cañera siempre me había gustado, le daba una imagen de rebeldía adolescente que hacía que yo disfrutara sumamente de los pocos momentos en los que la veía así. Estábamos los tres solos pues Merche y otras dos profesoras (Teresa y Julia, que luego se me olvidan siempre los nombres) habían ido a por los instrumentos al aula de música.

- Ven sin temor, aha que con mi amor na, na, na, na - empezó a cantar mirando hacia mi con picardía mientras me hacía un gesto con el dedo para que me acercara a ella.

- Y así tal vez podrás soñar na, na, na, na - canté a unísono con ella cogiéndola por la cintura, Rafael imitaba que tocaba la guitarra con un cepillo al lado nuestro.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora