Cuando terminamos de cenar Marina fue con Alba quitando los platos y demás y llevándolos a la cocina, yo aproveché ese ratito para sacar los exámenes sobre la mesa del salón para ponerme a corregir, tenía que hacerlo aunque no me apeteciera lo más mínimo. Saqué mis gafas, un bolígrafo rojo y me dispuse a mi tarea, con un poco de suerte acabaría pronto. Las escuchaba hablar en la cocina aunque no estaba realmente pendiente de lo que decían, de vez en cuando podía escuchar mi nombre. Unos minutos después volvieron ambas al salón, venían sonriendo.
- Mírala que aplicada ella, si así parece formal y todo - bromeó Marina con su sobrina refiriéndose a mi.
- Oye que yo puedo ser muy formal si me lo propongo - me defendí yo levantando la vista un segundo para volver a bajarla.
- Di que sí, no seas como ella que te engaña para que vengas a ayudarla a corregir - dijo Alba dejando a su tía vendida.
- ¿Desde cuándo sois tan amiguitas? No me gusta esta combinación, que lo sepáis - se quejó Marina cruzándose de brazos lo que nos hizo reír a las dos.
Encendieron la televisión y se sentaron ambas en el sofá mientras yo seguía con mi aburrida tarea de corregir exámenes. Menos mal que eran pocos y en una hora o así los tenía terminados. Me levanté estirándome exageradamente lo que hizo que las dos me miraran y estallaran en una carcajada. Reconozco que yo era una persona muy exagerada en algunos gestos y ese era uno de ellos, qué le voy a hacer... y más como me encuentre en confianza como en ese momento.
- Voy a cambiarme de ropa - les dije.
Marina me miró con una ceja levantada y Alba la miró a ella sin entender nada.
- No me voy a poner un pijama porque no tengo, he traído unos pantalones cortos de chándal y una camiseta vieja, ¿te vale? - me expliqué.
Marina asintió sonriendo y Alba se encogió de hombros.
Entré en la habitación de Marina, me cambié de ropa y me dirigí de nuevo al salón. Ellas seguían muy atentas a una película que llevaban viendo desde el principio y que le debía quedar poco para acabarse, yo ni siquiera sabía de lo que iba por lo que me limité a sentarme en el sillón al lado del sofá y sacar mi móvil para ver las distintas redes sociales que tenía. En ese momento me llamó mi madre. Yo salí a la terraza para hablar sin molestarlas. No le había contado a mi madre que estaba con Marina, aunque sí que le había dicho que nos habíamos vuelto a ver y que habíamos quedado algunas veces y demás y que me iba muy bien con ella... siempre he tenido una relación maravillosa con mis padres y una complicidad excepcional con mi madre, ella sabía en su momento que yo estaba enamorada de Marina, en un momento dado incluso le había preguntado que cómo se tomaría si algún día llegaba a mi casa (a la suya) con una mujer como Marina y le decía que era mi pareja, ella me había dicho que quizás le costara un poco por el tema de la edad (mi madre tiene la edad de Marina) pero que lo entendería y que no pondría ningún problema. Yo no podía estar exigiéndole a Marina que le contara a la gente que la rodeaba que estaba saliendo conmigo y no hacerlo yo también con la mía. También pensé en que una de las personas que tendría que saberlo sin duda era Carlos, no es que no habláramos como para contárselo, es sólo que esta semana había sido demasiado intensa y no me había parado a decírselo. Con la de castigo que le he dado...
Le cogí el teléfono a mi madre al llegar a la terraza.
- Hola Mamá - dije descolgando con ánimo - ¿qué tal, cómo estáis?
- Buenas noches - dijo ella también alegre - pues nada, bien, como siempre, ¿tú qué tal, que andas haciendo?
- Pues nada, he estado cenando, luego corrigiendo unos exámenes que tenía... y ahora pues no se - contesté sin saber muy bien qué decir a continuación.
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Me quedo contigo
RomanceAna es una chica de 26 años que canta en el grupo de versiones rock "Yonkola", su vida está dedicada a la música, la poesía y el abuso de drogas y alcohol al que somete su cuerpo cada fin de semana. Hace dos años llegó a Sevilla y fue allí cuando co...